Queridos amigos y amigas, anduve estos días por el Balneario de San Nicolás, en Alhama de Almería (España). Para quien no lo conozcáis, os diré que ya fueron disfrutadas sus aguas en tiempos de la dominación romana, que el propio Cardenal Cisneros, una vez conquistada Granada a los musulmanes en 1492, tomó las aguas allí por una dolencia que se le presentó en una visita a dicha ciudad. En 1522 un terrible terremoto devastó la zona e hizo desaparecer los manantiales, que se recuperaron, según algún documento, hacia 1603, mientras que en el siglo XIX se creó una sociedad para la explotación del negocio.
Alhama de Almería es el pueblo principal de la comarca que riega el río Andarax. Yo, como soy un poco travieso y me gusta buscar los lugares donde se puedan ver estupendas panorámicas de los alrededores, observé que existía un mirador en el monte, en cuya ladera se ubica el pueblo, desde el que, me dijeron, se pueden observarse siete pueblos de la comarca, por lo que decidí iniciar la subida.
En el trayecto se encuentran dos cruces, una a media montaña y otra al final. Las cruces en los montes anejos a los pueblos es un signo de dominación cristiana y es muy habitual encontrarlas en los puntos más altos, desde los que se dominan las mejores vistas. Suelen estar asociadas al vía crucis, por lo que la subida a ellas comporta un acto religioso. Dada la experiencia de la subida, creo que, si el sufrimiento hace penitencia y libera de los pecados cometidos, yo quedé liberado de por vida…
En mi caso, lógicamente, no se da esa motivación, sino la búsqueda del placer de ver y disfrutar de la impresionante vista a que me he referido. La subida fue tremenda. Ya empezaba a picar el sol veraniego de Almería con toda su crudeza y, si bien me doté de gorro, gafas de sol y agua, además de calzado adecuado, prismáticos y cámara fotográfica, la empinada cuesta me mostró su más cruel cara, haciéndome subir lentamente, desplazando mis 90 kilos ayudado de un bastó que adquirí hace algunos años en Las Médulas (León), que es mi fiel amigo en estos menesteres. Mi salud, que no es para tirar cohetes, me limita la agilidad necesaria para hacer la subida desahogadamente, por lo que se daba, lógicamente, el ahogo, con dificultad respiratoria, que lentificaba la marcha y me advertía que cualquier exceso podría pasar la factura del dolorcito precordial correspondiente, aunque llevara mi Vernies (Cafinitrina) en disposición de aplicación sublingual.
Por tanto, subida lenta, con un cuerpo remolón que se negaba a responder adecuadamente, y dando vueltas al coco por haberme metido en semejante aventura y su posible factura.
Camino de cemento, barandillas de madera, paso lento pausado y acoplado al movimiento cuan comparsa del aliento. Jadeo, fatiga, sofoco, suspiro, resoplo… mientras en la mente, un pensamiento… ¿Por qué disfrutar de lo bello conlleva tanto impuesto y sufrimiento? Pendiente elevada de tanto por ciento, de 35 o 40 según voy midiendo. Y ahora comprendo porque se le dice “cuesta” a este invento, por que “cuesta” subir un suplicio en este momento. Me centro en mis miembros (inferiores, claro), los pies ya me duelen, los gemelos lloran - ¿por qué le llamarán gemelos y no mellizos? – las rodillas claman aguantando el peso, el cuádriceps dice que esto ya no es bueno, la espalda se queja de un maltrato obsceno, el sudor se escapa por todo mi cuerpo intentando huir ante tanto esfuerzo, y como venganza se mete en mis ojo y me va jodiendo, se nubla la vista, la boca se seca y con un trago de agua le busco remedio, y noto que la fuerzas escapa, que me voy rindiendo, el jadeo que llevo ya me va moliendo, la bomba amenaza y con taquicardia, a galope tendido, me clama que me pare o allí mismo para sin ningún remedio. Ante la amenaza decido parar y echando un buen trago me doy a la vista que vengo teniendo. Entonces comprendo que vale la pena hacer tanto esfuerzo. Siete pueblos blancos, siete núcleos de vida en medio un desierto. A mis pies Alhama, como presidiendo, con su torre mudéjar oteando el viento, vigilando que todo funcione, que la paz que irradia desde el mismo valle, desde el Andarax, se vaya extendiendo entre monte y cerro, entre los olivos y entre los almendros, entre los viñedos que dieron su fama en tiempo pretérito.
Camino de cemento, barandillas de madera, paso lento pausado y acoplado al movimiento cuan comparsa del aliento. Jadeo, fatiga, sofoco, suspiro, resoplo… mientras en la mente, un pensamiento… ¿Por qué disfrutar de lo bello conlleva tanto impuesto y sufrimiento? Pendiente elevada de tanto por ciento, de 35 o 40 según voy midiendo. Y ahora comprendo porque se le dice “cuesta” a este invento, por que “cuesta” subir un suplicio en este momento. Me centro en mis miembros (inferiores, claro), los pies ya me duelen, los gemelos lloran - ¿por qué le llamarán gemelos y no mellizos? – las rodillas claman aguantando el peso, el cuádriceps dice que esto ya no es bueno, la espalda se queja de un maltrato obsceno, el sudor se escapa por todo mi cuerpo intentando huir ante tanto esfuerzo, y como venganza se mete en mis ojo y me va jodiendo, se nubla la vista, la boca se seca y con un trago de agua le busco remedio, y noto que la fuerzas escapa, que me voy rindiendo, el jadeo que llevo ya me va moliendo, la bomba amenaza y con taquicardia, a galope tendido, me clama que me pare o allí mismo para sin ningún remedio. Ante la amenaza decido parar y echando un buen trago me doy a la vista que vengo teniendo. Entonces comprendo que vale la pena hacer tanto esfuerzo. Siete pueblos blancos, siete núcleos de vida en medio un desierto. A mis pies Alhama, como presidiendo, con su torre mudéjar oteando el viento, vigilando que todo funcione, que la paz que irradia desde el mismo valle, desde el Andarax, se vaya extendiendo entre monte y cerro, entre los olivos y entre los almendros, entre los viñedos que dieron su fama en tiempo pretérito.
Inicio el camino, mi bastón ejerce como apoyadura (perdón por la fonética) y al fin llegué sudoroso y exhausto al mirador. Una cruz, arropada del sol por una cúpula, ocupa el centro. Al borde los bancos te invitan a tomar asiento. La vista es aun más impresionante. Montañas áridas y valles verdes y frondosos. Los prismáticos me acercaron a los pueblos y sus blancas casas, al valle cubierto de naranjos, parrales, olivos y otros frutales. Abajo Alhama, como ya os he dicho, al frente la Sierra Alhamilla protege Tabernas junto a su desierto. Volviendo a la izquierda, sobre el horizonte se aprecia el observatorio de Calar Alto, con su telescopio inmenso. Entre las montañas vamos divisando centrales eólicas, cuan ventiladores gigantes, que al mismo don Quijote le confundirían como si se tratara de molinos de viento. También apreciamos centrales solares emulando al girasol para no perderse ni un rayo de sol como su alimento. Mirando hacia abajo se observan los cauces de ríos y a su lado otros varios pueblos: Bentarique, Terque, Alhabia, Alsodux, Sta, Cruz y al fondo Sta. Fe de Mondujar junto a Los Millares con su yacimiento. Oteando el horizonte conseguí, al fin, ver “la puente”, que muestran como uno de los monumentos del lugar.
Pero cuando saco mi cámara fotográfica me percato de que la batería esta agotada, como yo, y al intentar cambiarla por la de repuesto, está también gastada. ¡Qué rabia! No pude tomar imágenes… Me quedo un rato más para intentar plasmar en mis retinas la panorámica y rodeo el mirador hasta no perderme ni una de las imágenes que me ofrece.
Inicio la peligrosa bajada. Los tobillos y rodillas, a cada paso, me recuerdan que la edad ya no perdona y que, si insisto en ligereza, se vengarán dando un traspié haciéndome rodar por la vereda. Un leve miedo me atenaza y muestra los límites que el cuerpo presenta en amenaza.
Después, cuando estaba abajo, caí en la cuenta de que en mi móvil llevaba una cámara de video y foto incorporada. Yo creo que, el consumo excesivo de glucosa, me dejó sin recursos para que mis neuronas pudieran nutrirse y funcionar adecuadamente, por lo que se les escapó el detalle del móvil. En fin que me quedé sin imágenes que dejaran constancia de la hazaña, que no pienso repetir.
Lo siento, no puedo ofreceros esas imágenes que me hubiera gustado colgar en el blog. Me conformaré con colgar un slide con las de la zona…
El esfuerzo me pasó factura y anduve unos días sin energía, con las pilas descargadas. Parece que no escarmiento y no conozco mis limitaciones. Me dediqué a otro tipo de ejercicio aparte de los baños. Excelente la morcilla que Elena tenía en su puesto del mercado y que Ildi y Erika nos servían en el bar El Molinero, dos chicas hermanas procedentes de Rumania de ascendencia húngara, con el encanto de la juventud, talle espigado y ojos azulados que le daban un toque de singular belleza (¡Ay!, quien fuera joven…), en excelente español se esmeraban en servirnos. Desde aquí les mando un saludo si tienen la oportunidad de poder leerme. La morcilla estaba hecha con cebolla y almendra y un ligero toque picante que le otorgaba un sabor especial.
El esfuerzo me pasó factura y anduve unos días sin energía, con las pilas descargadas. Parece que no escarmiento y no conozco mis limitaciones. Me dediqué a otro tipo de ejercicio aparte de los baños. Excelente la morcilla que Elena tenía en su puesto del mercado y que Ildi y Erika nos servían en el bar El Molinero, dos chicas hermanas procedentes de Rumania de ascendencia húngara, con el encanto de la juventud, talle espigado y ojos azulados que le daban un toque de singular belleza (¡Ay!, quien fuera joven…), en excelente español se esmeraban en servirnos. Desde aquí les mando un saludo si tienen la oportunidad de poder leerme. La morcilla estaba hecha con cebolla y almendra y un ligero toque picante que le otorgaba un sabor especial.
Estupendas las tapas de Juan que te daba los precios en reales, pesetas, duros o euros. Una buena caña con su tapa nos costó 1000 reales la unidad (debéis hacer las cuentas y ver si es caro). Con 12000 reales nos tomamos dos rondas, o sea 12 cañas (éramos seis). Juan es sujeto amable y dicharachero, cargado de humor saludable que nos contó que había visitado Málaga… Yo le dije si había ido de viaje de novios y cachondamente me contestó: Que va, yo soy gey… soy gey porque tengo dinero y estudios, si no sería maricón. Creo que la señora de la cocina, que debía ser la suya, no compartía esa aseveración. Buen sujeto, sí señor, también la mando mi saludo.
No quiero ni debo olvidar a Felisa, la encargada del centro Guadalinfo donde me pude conectar a Internet para ver mis correos y navegar por la red. Difícil misión organizar, controlar y dirigir la chiquillería en el uso de estos artilugios informáticos.
Del Balnearia… ¿Qué decir? Once días relajado, muy apropiado para quien le guste los baños cálidos de aguas diversas, ferrosas, cúpricas, etc. y cuantos servicios de masaje y terapias propias se ofertaban…el riesgo es incrementar el peso. Teníamos una plaza al lado donde, por la noche, la gente paseaba para ayudar a la digestión (esfalagar, le dicen en mi pueblo) a la que bauticé, consecuentemente, como plaza de Esfalagar. El personal disparmente amable, buenas instalaciones y programa de animación. Espero que Mª Dolores haya cicatrizado bien de su herida en la mano y que puedan seguir ofertando sus servicios de calidad. Si queréis visitar su página web es: http://www.balneariosannicolas.es/
También hubo visita a Almería, copas y tapas en la Taberna Puga y visita a la catedral fortaleza mandada construir por Carlos I. Del calor no hablo…