miércoles, 2 de julio de 2025

Europa, la OTAN y Trump

 

Opinión | Tribuna

Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 02 JUL 2025 7:00. Enlace:

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/07/02/europa-otan-trump-119254088.html

Europa necesita redefinirse desde su autonomía económica y militar al no haber sabido, o querido, hacerlo, lo que le deja en una situación comprometida

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte. / Matthias Schrader / AP

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Seguimos recibiendo latigazos informativos. El mundo continúa presentando hechos preocupantes. Por ello, hoy debemos escribir sobre lo que está pasando a nivel nacional e internacional. Es de rigor tratar temas actuales que nos sirvan para enfocar la realidad y buscar posibles soluciones o, al menos, toma de conciencia de una situación preocupante, dado lo que ocurre en todo el orbe: guerra, muerte, peligro, abismo, chantaje, lawfare, violación del derecho internacional, crímenes de guerra y genocidios, política canalla y cínica, posverdad y manipulación, siembra y cultivo del odio y de la ignorancia en el camino a la sumisión, etc. Todo ello inmerso en una estrategia de darwinismo social, que, en esencia, postula que los fuertes ven aumentar su riqueza y poder, mientras que los débiles lo ven disminuir. Todo ello a través de la lucha por la supervivencia en un marco social de confrontación donde vence el más fuerte. No entro en mayores disquisiciones sobre este concepto apoyado en las teorías evolucionistas de Darwin, pues merece, per se, una reflexión exclusiva.

El espectáculo de La Haya

En todo caso, la gota que ha colmado el vaso y que, de alguna forma, me lleva hoy a enmarcar el tema de mi texto, es el espectáculo dado por Trump y su sumiso, por no decir pelota, Mr. Rutte, secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que nos obsequió con el bochornoso espectáculo de su rendido vasallaje ante el jefe en el encuentro de La Haya.

Ya queda claro que la OTAN no es una alianza inter pares, entre estados soberanos, sino una herramienta de sometimiento de tipo imperial o, tal vez, colonial, desde la asimetría del poder. Es evidente que los Estados que la integran lo hacen bajo el imperio norteamericano, aunque, en el paripé, su secretario general sea un europeo; eso sí, su carácter ha de ser sumiso y rendido ante el gran jefe que Manitú, desde el árido oeste americano, ha decidido imponer, eligiendo para ello a un descendiente de colonos inmigrantes, dado que sus hijos naturales, los milenarios indígenas, ya están fuera de circulación, cuasi extinguidos.

Sánchez sale respondón

La postura de Sánchez, dentro de la ambigüedad que permite el propio tratado, ha sido opositora a ese 5% de inversión en defensa y de obligado cumplimiento, que hay que aceptar porque lo dice el jefe. Estamos en un mundo que se mueve entre pactos y acuerdos sometidos a presiones, amenazas y miedos, como viene a demostrar la conducta de Trump, carente del mínimo sentido diplomático y de respeto a la diversidad y soberanía de los pueblos, dada su ‘imperial’ megalomanía. La posición que ha tomado Sánchez, aunque, de momento, solo sea testimonial, puede despertar conciencias como ya se está viendo en algunos países europeos, cuya población es tremendamente crítica con la política impositiva de Trump y su eterna amenaza de fanfarrón de patio de colegio.

A veces hay actos que traen a la memoria momentos singulares que se asocian a los pactos de la mafia y las negociaciones del acuerdo desde el poder del padrino. Cabreo, descalificación, amenaza, inducción del miedo y, si acaso, el típico farol de juego del Póker. No sé si fue en ‘El padrino’ donde escuché aquella frase: «Te voy a hacer una propuesta que no podrás rechazar», o algo similar. Todo ello tan propio del cine americano y de su forma de hacer negocio.

Posicionamientos políticos en la línea de Sánchez

Ya he visto algunas declaraciones e intervenciones en parlamentos europeos donde se alaba la actitud de Sánchez al exponer, al menos, esa postura reivindicativa del derecho a decidir cada país su política económica desde el ejercicio de su libertad soberana, mientras se respeten los compromisos militares adquiridos, pues cada Estado ha de gestionar sus propios recursos, según su mejor entender, en beneficio de su ciudadanía. Tal vez estemos ante el inicio de una oposición a la influencia de Trump en Europa, lo que conlleva una reivindicación del proyecto europeo más allá de los acuerdos que puedan plantearse con los EEUU y la defensa global que representa la OTAN.

Europa necesita redefinirse desde su autonomía económica y militar al no haber sabido, o querido, hacerlo, lo que le deja en una situación comprometida para establecer una hoja de ruta que le lleve a esa situación de independencia. Pero, Europa no es un país, ni un Estado, sino un conglomerado de países unidos por un acuerdo de tipo comercial, económico, social y político, que sigue haciendo aguas por las costuras mal suturadas que se abren forzadas por la tensión. Tal vez fuera necesario usar otro tipo de pegamento o argamasa, incluso una soldadura estanca que permitiera unificar los intereses de esa diversidad que la conforma.

Europa, o mejor dicho la UE, está enferma, puede que de gravedad dados los síntomas. Cabe un buen diagnóstico y un buen tratamiento para yugular la crisis, aunque deban intervenir los cirujanos para extirpar algunos males. Puede, incluso, que haya que soltar ese lastre interesado que bloquea su desarrollo integro, incluyendo principios y valores incuestionables que se deberían legislar y exigir en su conjunto.

La Europa centrípeta versus centrífuga

Existen dos fuerzas opuestas en esta Europa, una centrífuga y otra centrípeta. La centrífuga acabará diluyéndola en la nada, en el conglomerado de Estados o Naciones clásicos que se fraguaron en la historia. El poder se diluye, las viejas naciones ya caducas y con sueños imperiales de un ayer de guerra y confrontación autodestructora, de un pretérito ya fenecido, pretenden nadar contracorriente para revivir ese sueño, esa quimera en un mundo llamado al fracaso en el presente, dado el contexto internacional. El mundo ya no es lo que era…

La fuerza centrípeta buscará cohesión, aunque exigiendo sacrificios de soberanía nacional a fin de canalizar, en un gran parlamento, las decisiones que afecten al conjunto de los ciudadanos de las viejas naciones, homogeneizando su legislación. La cuestión está en determinar si se va hacia más o menos Europa.

La realidad se impone. El nuevo orden mundial va calando machaconamente en el proyecto de futuro, que ha dejado de ser una distopía para ir vislumbrándose como una posible realidad de pesadilla. La democracia muere y la plutocracia nace… He ahí el dilema. Los plutócratas atacan desde el poder que siempre manejaron, aunque los Estados condicionaron su ejercicio. Ahora pretenden acabar con esos Estados o, al menos, minimizar su influencia, para ostentar un mayor poder a través de los medios que la tecnología pone a su disposición, para, en el marco del referido darwinismo social, poder desplegar toda su habilidad e influencia en beneficio de las grandes corporaciones y fondos de inversión que, guiados por la IA (Inteligencia Artificial) en el futuro próximo, por no decir actualidad, les lleve al dominio de la economía y, con ello, a condicionar el desarrollo de la humanidad, no solo económico sino social y cultural.

Un giro estratégico

Pero volviendo al tema, si EEUU se muestra amenazante y pretende la sumisión europea a sus intereses económicos, como parece desprenderse de esa exigencia del gasto militar para salvar su economía de la industria de la guerra, Europa debería valorar los acuerdos con Norteamérica, sus vínculos con Israel y el conjunto de su geoestrategia. Lo malo es que andamos con la duda sobre si este es el momento adecuado y si tiene capacidad para desarrollar un proyecto común independiente. Esa duda es un lastre a la hora de tomar decisiones desde la libertad y para la libertad. El miedo sigue estando presente. La amenaza rusa es una espada de Damocles que pende sobre el futuro.

Tal vez, nuestra Europa, libre de vasallaje, debería plantearse si no es mejor iniciar un proceso de paz y entendimiento con Rusia, incluso acabar en un entente mínimo pero suficiente, que lleve a una alianza beneficiosa para el conjunto de los países europeos y la instauración de una paz basada en conciertos de mutuo beneficio.

Da la sensación de que Trump se está ubicando a la altura de Putin en el uso del poder coercitivo y amenazante. Siembra el miedo para cobrar la protección ante el mismo. Un extraño tufo suelta esta amenaza que nos pone contra las cuerdas: «o estás conmigo o contra mí», lo que obliga a la sumisión y pérdida de libertad, o sea de independencia.



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