En estos días la realidad nos ha enfrentado a un
espejo al que le solemos dar la espalda. Es el espejo de la vida y de la muerte;
ese tránsito ignoto que se inicia al nacer y concluye en la irremisible
partida. Nacemos sin pedirlo, por deseo, o no, de los progenitores y somos
arrojados, según algunos credos, desde otra dimensión, mediante un lento
proceso biológico, a un mundo desconocido en el que, día a día, tenemos que
aprender qué somos y para qué estamos aquí.
La suerte, desde un punto de vistas biológico y
ambiental, será decisoria para trazar el camino, aunque, en el fondo, sean las
circunstancias que fueren, el tránsito se ha de hacer contra viento y marea. No
es lo mismo circular por la ruta en un buen vehículo y una excelente autopista,
que hacerlo por caminos de montaña, cargados de retos y peligros, en una
bicicleta.
Pero, al final, el abismo o precipicio, llegará.
Allá no cabrán autos de primera y de segunda o tercera, sino que, cada cual,
con su bagaje interior, caerá al abismo concluyendo su misterioso viaje. Ya lo
decía, tiempo ha, Jorge Manrique, ante el dolor por la muerte de su padre, en
sus versos de pie quebrado, que componen la copla III de su poema:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir:
allí van los señoríos,
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos;
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Cierto, me diréis, pero el tránsito es distinto del
que vive por sus manos, que el del rico.
Hace unos años, visitando el norte de Palencia, tocando ya Cantabria y a
un tiro de piedra de la provincia de Burgos, descubrí el Pico Tres Mares; es un
lugar singular, pues según de donde surja el agua o caiga por la lluvia, su
destino será un mar u otro, pudiendo desembocar en el Mediterráneo a través del
Ebro, en el Atlántico por el Duero, o en el Cantábrico con el río Nansa, si no
recuerdo mal. La dispar suerte del agua, según cayera o naciera en uno u otro
lado, me llevó a escribir una fábula, que se publicó en el diario Sur el 17 de
septiembre de 1988, titulada Fábula de los ríos, que posteriormente divulgué en
mi blog y, más tarde, incluí en mi libro Relatos y remembranzas (Amazon, 2018).
Tal vez, al estar por las tierras familiares de
Jorge Manrique, el recuerdo de sus versos a la muerte de su padre, asumiendo la
simbología metafórica del río con la vida, hizo fluir aquella fábula, que se
puede leer en este enlace.
Ciertamente, la nube suelta el agua sin saber a
dónde cae, quedando al azar el nacimiento del río. Una vez en contacto con la
tierra, cuando ha tomado vida y fluye por su cauce, van apareciendo los hitos y
avatares, que condicionarán el tránsito que ha de recorrer por la cuenca que en
suerte le cayó. Pero, indudablemente, más tarde o más temprano, el río está
predestinado a desembocar en la mar, que es su morir. Podrá llegar caudaloso,
cargado de poder, pero al entrar en la mar se diluirá en el agua salada,
perderá su esencia singular y quedará confundido, entre un todo inmenso,
constatando su insignificancia por mucho orgullo y poderío que pensara poseer;
o, tal vez, al transitar por espacios de secano, entre páramos y eriales,
secarrales y baldíos, su tránsito penoso, acabará en la mar, librado del
castigo al que fue sometido al caminar.
En estos días aciagos, donde el virus nos enfrentó
al espejo, parece que ha quedado impresa en nuestra mente la insoportable
levedad del ser, a la que aludía Milan Kundera. El latigazo de la muerte, el
miedo a contraer el virus, la paranoia de su contacto entre la gente, no solo
modificará nuestra costumbres, sino que marcará nuestra propia percepción del
ser superior que parecíamos. Seguimos engañados por la vida, nos falta la
humildad de lo fungible, de lo perecedero, y, al pensar que somos casi
inmortales, salvo a un largo plazo, nos seguimos anclando a lo presente, como
si la vida durara eternamente y el presente no cambiara con el paso de los días,
como si el mañana fuera una utopía y no llegara nunca a acorralarnos con la
muerte.
Mas ¿para qué tiene sentido sentirse prepotente? Tal
vez para olvidarse de la gente, para sentirse como un dios menor que juega en
esta vida al egocéntrico placer de agarrarse al poder en el presente. Ahora,
cuando ves que se marchan los amigos y otra gente, la vida se siente sacudida
por la muerte y, tú, la percibes limitada y efímera sintiéndote impotente. Mas,
¿qué hacer, si al cabo de la esquina, la muerte se aproxima amenazante
queriendo llevarte por delante? Tal vez, mirando en tu interior, en ese intenso
espejo que olvidaste, podrás empezar a comprender que todo es un dislate, sin
sentirse capaz de analizar el tránsito o camino existencial.
¿A qué vine yo aquí? te podrás preguntar; mientras
al final se oculta una verdad que, lejos de tu conocimiento, te otorgará el
aliento para seguir el caminar. Mas a esta edad, cuando la vida transitó tantos
caminos, forjando, etapa tras etapa, el último destino, solo cabe aceptar, que
el tiempo transcurrido, fue una escuela de vida y libertad para darle sentido a
tu conciencia, para fraguarte en la justicia, la bonhomía y la bondad. Lo que
haya más allá pierde interés, pues solo se queda tu saber y entrega a los
demás, sembrando la paz en tu interior, sabiendo que, al pasar, cultivaste un
mundo mejor, dejado a los demás.
Si te vas, vete en paz, pues no ha de haber mayor
placer que, al acabar, te dejes por detrás un mundo superior, sin odio y sin
maldad. Entonces hallarás la respuesta a tu pregunta de qué viniste a hacer. No
te empeñes en seguir otras diatribas de credos y de gente poderosa, que solo
buscan una cosa, alienar tu pensamiento para que no puedas buscar lo se esconde
en tus adentros. La coherencia verdadera, se encuentra en tu interior, no
estará fuera…
En el confinamiento, que en estos días hemos vivido,
tiempo hemos tenido para reflexionar, para pensar, qué pintamos aquí y qué
hemos de pintar. Durante la desconexión de los hábitos normales de la sociedad
donde vivimos, estando en casa y aislamiento, le dimos protagonismo al pensamiento
y, al final, cada cual podrá sacar sus consecuencias, buscando la verdad en su experiencia;
y esa verdad pasa, en esencia, en sembrar en la conciencia otra forma de actuar.
Nosotros, aquellos que ya estamos transitando la
etapa final de nuestro sino, debemos de usar, el poco tiempo del camino, para
alcanzar nuestro destino sin miedo ni maldad, sino entendiendo que al nacer se
empieza a fenecer, y que el progreso de la vía te da la garantía de morir en
paz y en armonía, si supiste hacer la travesía, cargando tu mochila de saber.
3 comentarios:
Tendré que visitar Puco tres mares. Me lo apunto. Veo que tas tenido tiempo para pensar. Lo importante ez aie tú y Loli esten bien de salud. Cuidense mucho. Yocuentocon ls enorme suerte y riqueza de conocerlos en persona y queterlos mucho. Ori parte, aquí en Montevideo quedé en aislamiento co. Mi hija y 4 nietas. Ella, se divorció y las nenas hasta ahora estuvieron sin colegio con Zooms in line y mucho que hacer. Muy ocupads cpn ellss, pwro por eso nodejo de pensar en mis setes queridos que están lejos. Abraxo enoeme pata ambos y muchos besos. Los extraño mucho y extraño España.
Montevideo... linda ciudad. Suerte, amiga, y espero que la pandemia pase de largo por tu familia sin afectarla. Un abrazo
Hola Antonio,
te he escrito un mensaje a la direccion del blog
sobre tu genealogia de brigida perez ruano
apcblog@gmail.com
dime si la consultas
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