martes, 30 de agosto de 2016

Palomo y el niño


Foto tomada de internet
(Relato en remembranza)

Este relato es real, con algún matiz, aderezo o mezcla de tiempos, pues en la nevada de 1954 a la que se alude tenía yo 3 años, pero el caso de Palomo fue una par de años después.
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Había amanecido un día frío, desangelado, con algo de nieve aún, tras la sorprendente nevada de un febrero loco que este año se había pasado 10 pueblos. Hacía lustros que la nieve no asoma por aquellos parajes. No era habitual que en el sur se diera esa nevada, si acaso unos copos temblorosos que se diluían al contacto con la tierra, como la estrella fugaz se volatiza con la fricción al entrar en la atmósfera. Carámbanos, rincones teñidos de un blanco residual, charcos de agua helada donde los pajarillos bebían pero no osaban bañarse, eran testigos mudos de lo acontecido días antes, cuando una tremenda tormenta  de nieve trajo un manto blanco al amanecer, cubriendo al cortijo de un níveo esplendoroso confundiendo paredes y suelo en una continua superficie alba. Los hombres, gañanes, arrieros, mozos de  mulas y demás labradores, fueron abriendo vías para romper el inusitado y pertinaz cerco de la nieve que había cubierto el suelo con una capa próxima a los treinta centímetros. Paleando con denuedo hicieron caminos hasta comunicar las diversas estancias del cortijo: cuadras, graneros, pajar, portalón, zonas habitables, etc. En el centro del patio se erguía el brocal del pozo asociado al abrevadero de las bestias. Desde él, también se hicieron surcos labrados en la nieve para comunicarlo con las diferentes dependencias.

Nada más entrar por el portalón se encontraba al frente la zona habitada, cocina y chimenea fogón, donde la casera cocinaba los potajes y fritangas de la tropa de gañanes y labriegos; al lado y en el piso superior encontrabas estancias mal dotadas, donde dormía sin demasiado confort la gente temporera, aceituneros, segadores, recolectores, etc. Una sólida y pulcra puerta con cerradura establecía el límite con las dependencias que usaba el administrador y el señorito cuando venía; desde allí se accedía a los graneros. A la izquierda se encontraban las cuadras, con el pajar y una especie de entresuelo donde dormía el gañán que cuidaba las bestias. A la derecha los espacios dedicados a los aperos de labranza, almacén de material, garaje con un pequeño taller de reparaciones y otros recintos.

Curro, subido al tejado en temeraria actitud de equilibrista, intentaba reparar algunos desperfectos que la presión de la nieve sobre el frágil techo había producido. Él era el albañil, además de gañán experto en el dominio de las mulas, con la fuerza y el peso adecuado para hundir la cuchilla del arado y sacar la tajada de la tierra en un surco interminable. En su pueblo, cuando el trabajo en el cortijo se acababa, ejercía ese oficio. No era un maestro en ese difícil arte de la albañilería, pero le metía mano a todo con una temeridad que rayaba en la inconsciencia. Hoy tenía miedo, pues el peso de la nieve y los efectos del deshielo habían dejado en evidencia la fragilidad de aquellos viejos techos donde se conjugaba la caña, el barro y la teja con un enjuague de yeso. Ya se había desprendido algún trozo de tejado que debería reparar sin dilación para evitar que el pajar quedara a merced de la amenazante lluvia. Debería ir con cuidado si no quería dar con sus huesos en el suelo, o mejor dicho, en el pajar. Al menos el golpe sobre la paja no sería tan traumático como el porrazo en el patio.

Andaba Curro en estas disquisiciones y otras preocupaciones propias de su oficio, cuando le distrajo la imagen de Antoñito jugando con Palomo. Palomo era un perro blanco, grande y fiel, de raza indefinida, que siempre acompañaba al chaval como leal guardián y defensor. La madre del niño, que sentía un terrible pánico por las serpientes, decía haber visto como se le erizaba el pelo, rugía amenazante y ladraba con la vista puesta al frente; era una serpiente que se escabulló llevada por el miedo ante la amenaza de Palomo.

Pobre crío, pensó el gañán, que tiempo más malo le ha tocado vivir en su infancia, aunque él, con sus tres años, vivía un mundo irreal donde esas cuestiones no tenían cabida. Hambre, escasez, frío, mal abrigo y rodeado de miseria y pobreza tras esta terrible contienda civil que nos ha tocado sufrir. Al menos, en el cortijo, no le faltaría un bocado de pan, aunque fuese duro. Y Curro dejó volar su pensamiento recordando las ilusiones de la gente cuando la II República prometía liberarles del yugo de los señoritos explotadores. Una sonrisa se le escapó de sus labios reviviendo sus andanzas, sus luchas, junto a sus camaradas, contra los que tuvieron la osadía de levantarse contra el legítimo gobierno. Fueron tiempos de esperanza, de libertad y promesas de un futuro mejor, de igualdad entre los hombres y de una revolución en la educación llevando las escuelas a los pueblos…

Su rostro se transformó en compungido, serio y afligido pensando que todo fue un espejismo, que se perdió la guerra, que se le llevó a un hermano en el campo de batalla y a otro fusilado a los pies de la tapia del cementerio. Él había escapado de milagro al no tener delitos de sangre, decían los vencedores, como si ellos no tuvieran miles de esos delitos acumulados a sus propias espaldas; pero el vencedor siempre tiene la razón, la razón de la fuerza, claro. Ellos mataban por justicia, los demás por asesinos y traidores a su patria. Malos tiempos vinieron para él y los suyos, hubo palizas buscando delaciones, sorna y chanza por ser rojo, humillaciones y desprecios. Al final, sumiso y obediente, acabó aceptando al explotador contra el que quiso luchar. Había aprendido que en este nuevo orden, para evitar problemas y sobrevivir, lo mejor era callar y obedecer al amo, sí al amo, eso era el señorito, el amo de todos ellos. Sacudió la cabeza, como queriendo sacudirse de tales pensamientos que le atormentaban, en el mismo momento en que cedía el trozo de techo que le sostenía en parte, quedando a horcajadas, peligrosamente, sobre el caballete que formó la pared ya libre y limpia del tejado. ¡Vaya susto! Pensó… y mientras se reponía volvió a posar su mirada sobre Palomo y el niño.

El perro llevaba sobre su lomo una especie de aparejo que él mismo le había hecho para que Antoñito lo montara, sabiendo que el animal se dejaba montar por el niño con docilidad. También le había hecho una jáquima especial con cuerda y tiras de lona. El crio pretendía poner la jáquima en ese momento, estaba preparándolo para que ejerciera de caballo fantástico en una extraña simbiosis entre perro y niño que proporcionaba regodeo a ambos. Ya le había visto en otras ocasiones haciendo de jinete, conformando una singular figura infantil sobre un brioso corcel blanco con ronzal y espuelas. Era habitual encontrar, entre los gañanes y gente de campo que habitaban el cortijo, a ambos, perro y jinete, a modo de proyecto de un centauro mítico en estado infantil. No comprendía como aquella impresionante mole de animal permitía que el chaval le hiciera tantas perrerías y abusos sin la menor queja. Palomo era fiero con los demás, pero con el crio se convertía en blandengue. Su mirada era limpia, sumisa, reflejando una docilidad sorprendente, eso sí, al niño que no lo tocara nadie con mala intención. En una ocasión, un temporero desabrido increpó al chiquillo que estaba cerrándole el paso.  En ese momento el perro, que iba a su lado, se volvió y con un terrible rugido le enseñó una dentadura limpia, fuerte y amenazante. El hombre se quedó de piedra y quiso imponerse al perro, pero todos le aconsejaron que desistiera de ellos pues Palomo era terriblemente fiero cuando entraba en pugna. Todo acabó cuando Antoñito llamó al can y le dijo, con su media alengua: “Vamos Palomo”. Ahora, el perro estaba mayor y hacía algunas cosas raras… serían de la edad.

Caray, qué frío. Una ráfaga de aire helado le azotó la cara y Curro se percató que la leve sudoración, que se había iniciado con el trabajo de reparación del techo, había desaparecido, cosa evidenciada por aquel repelús que le distrajo, mientras pensaba que era mejor bajar para comer algo, dada la hora.

En ese momento volvió a mirar al niño que ahora disputaba con el perro. El animal parecía agresivo, tenía la manita del niño en la boca, mientras la otra mano del chaval sujetaba el ronzal y el perro cabeceaba dando la sensación de que había mordido al crío atrapándole la mano, lo curioso es que Antoñito no lloraba. No lo pensó dos veces, saltó como pudo del tejado creyendo que Palomo, en su senectud, había perdido la razón, si es que los perros tienen uso de ella, y agredía a Antoñito. Tomó una vara que había por allá y fue directo a sacudirle al animal que, ante el doloroso contacto con el castigo, se desprendió violentamente del crio con un quejido lastimero, pero sin mostrar agresividad, pues Curro era su amigo. En todo caso puede que no entendiera las causas por las que Curro le castigaba tan violentamente. Optó, tras recibir otro par de varazos, por huir del lugar aullando y dejando al niño sumido en un llanto inconsolable. Curro quiso coger al crio para protegerlo, pero este se resistía pegándole golpes en el pecho, en la cara y allá donde llegara con sus bracitos, a la par que gritaba chillonamente: ¡Malo, malo, deja, malo…! queriendo ir tras el perro que se había ocultado en la casa.

A los gritos del chiquillo salió su padre y su madre que estaban en la casa, preguntando qué había pasado y por qué lloraba el niño y actuaba de semejante forma. Curro quiso explicar con detalle todo lo que había pasado y la extraña conducta del perro. El padre de Antoñito no le dejó terminar y le dijo: “Escucha Curro, yo estaba en la ventana viendo jugar al niño con el perro. El niño, en su curiosidad, y sujetando con una mano la brida, intentaba cogerle la legua al perro con la otra y tirar de ella, cosa que molestaba al animal como es natural, procurando desprenderse mediante sacudidas con la cabeza. No le estaba mordiendo, Curro, solo intentaba liberarse del atosigamiento a que le sometía el crio, Palomo nunca le haría daño al niño, es más daría la vida por él si fuera necesario y tú lo sabes”. Mientras, Antoñito, al sentirse liberado de los brazos de Curro, se fue corriendo a buscar a Palomo. Lo encontró lamiendo la zona golpeada, se acercó al perro y se abrazó a él, quedando los dos unidos en un abrazo al que solo la inocencia del niño y la bondad del animal podían dar sentido.

Curro se percató de su error sin saber cómo enmendarlo. Quiso ir a buscar al perro y tras él marchó el padre de Antoñito. Cuando el animal le vio se sobresaltó, y el niño, en ese momento, comenzó a gritarle de nuevo que se fuera de allí. Ahora el perro, ante los gritos del chiquillo, había cambiado y se enfrentó a Curro mostrando su poderosa mandíbula y su disposición  a agredirle si tocaba al crio. Curro sintió miedo, se separó y protegió detrás del padre. Este le dijo: “Vámonos Curro, deja al niño con el perro y más adelante haremos las paces, cuando yo hable con Antoñito”.

Aquella noche Curro no durmió bien. Soñaba que Palomo se marchaba con Antoñito sobre su grupa y volviendo la vista atrás le amenazaba con su rugido si les seguía. Estaba perdiendo al niño y al perro en la lejanía y una extraña angustia se apodero de él rayando en la culpa, la frustración y la sensación de pérdida. Despertó sudoroso y dispuesto a resolver el caso por la mañana. El padre le explicó a Antoñito lo que había pasado, el error de Curro y cómo corrió a defenderlo a él de la agresión de Palomo. El niño no comprendía, en su inocencia infantil, cómo le iba a hacer daño el perro a él si eran amigos, uña y carne podríamos decir. De todas formas, al final, entendió las explicaciones del padre y mostró su disposición a volver a ser amigo de Curro, al que había gritado y retirado su amistad. El padre le pidió que acompañara a Curro para hacer también las paces con Palomo y accedió.

Luego, cuando Curro y el padre de Antoñito hablaron, establecieron una estrategia para que este y el perro borraran de su memoria lo sucedido y volvieran a ser amigos como antes. Antoñito iría de la mano de Curro a ver a Palomo, se acercarían a él tranquilamente, como amigos, y Curro le entregaría un trozo de carne en señal de paz. Inicialmente el perro, que se encontraba en las cuadras, estaba reticente, desconfiado hacía el adulto, pero sometido al niño. Antoñito lo acarició mientras Curro le ofrecía la carne, que olió a la par que la mano asesina que le golpeó el día anterior. Dio un paso atrás, aunque después, con el tutelaje del niño, se dejó acariciar por Curro y acabó aceptando el presente que volvía a sellar la amistad entre ambos. Los adultos salieron de la cuadra y marcharon a la casa dejando al crio con el perro. Al cabo de un rato, perro y niño aparecieron por el patio jugando, dando saltos el perro, buscando el aparejo y la jáquima… todo volvía a ser como antes. Incluso la nieve del día anterior se había esfumado dejando una mañana luminosa. El frío se suavizó y la pared norte del patio ofrecía una “recacha” espléndida para tomar el sol del gélido invierno. El padre del niño le dijo a Curro: Hoy no podemos ir al campo, pues la tierra está enguachinada  por la nieve derretida, ¿te hace  un pitillo en aquella “recachita” para calentarnos?  Y allá fueron a hablar de sus cosas mientras liaban ambos sus respectivos cigarrillos con tabaco de la petaca y papel de los librillos. Perro y niño jugaban ajenos a todo. La vida seguía su cauce habitual dando lecciones para los que quieran escucharlas.



lunes, 29 de agosto de 2016

Aquellos años felices de los sesenta.

Foto de  1964

(Un relato en remembranza)

Cada etapa de la vida tiene su encanto. La juventud puede con todo y, en nuestro caso, aunque hubiera un sinfín de necesidades, la afrontábamos con la alegría del reto. Ahora, cuando se ha transitado por el mundo a caballo de tantas circunstancias y avatares de la vida que fueron forjando una personalidad cercana a la madurez, se mira al entorno y se ve la abundancia de recursos materiales, los diversos y originales mecanismos que nos facilitan la vida, el acceso a la información a través de internet y un cúmulo de circunstancias que nos permiten encontrar lo que buscamos a primeras de cambio. Entonces se aprecia la impresionante diferencia que hay entre los jóvenes de hoy y los de aquellos tiempos.

Hoy se está familiarizado con el asombroso mundo de la comunicación y la computación desde pequeño. Los padres entienden que quien no domine la informática y la tecnología punta será un analfabeto funcional el día de mañana. Es imprescindible que nuestros hijos conozcan y se ejerciten en ese mundo misterioso, vedado, en gran medida, a nuestro conocimiento de adultos sobrepasados, en mayor o menor grado, por el proceso evolutivo al que no pudimos subir por su vertiginosa marcha y las pocas habilidades, o capacidades, que fuimos adquiriendo en nuestro inapropiado plan de estudios y formación para estos menesteres. Nuestros hijos, de mente abierta, agilidad demostrada, y especial disposición para comprender y asimilar el lenguaje de las tecnologías punteras, juegan, se entretienen y desarrollan su inventiva con recursos impensables en aquellos tiempos nuestros. Consolas, telefonía, videojuegos que, con la aparición de las Playstation, conforman una oferta de actividades lúdico educativas o formativas con una diferencia abismal con lo que nosotros tuvimos.

Yo recuerdo que mis juegos tenían una doble vertiente. Por un lado, dada la imposibilidad de adquirirlos, debía fabricarme mis propios juguetes en función del proyecto que me hubiera planteado. Si quería jugar a tener un campo, con huerto y maquinaria agrícola, tenía que recrear ese campo en el patio de la  casa, buscar el lugar adecuado para poder construir una pequeña alberca, formar los almorrones de la huerta, la eras y los cauces por donde discurriría el agua, así como construir un tractor con el material que tuviera a mano, dotado de remolque, etc… Y vosotros os preguntaréis qué cómo se hace eso: pues con mucha fantasía, con imaginación y creatividad infantil, hasta tal punto que un mamarracho de invento podía parecernos una maravilla de diseño y construcción. Me construí con madera mis espadas, mi arco y mis flechas, mis armas de guerra, para ejercitar mis habilidades guerreras en el patio de mi casa. Tiro con arco, esgrima y ejercicios de corte militar para entrar en guerra con los paisanos del otro barrio.

Hoy no nos dejarían fabricar armas con un cuchillo, como a mí, con el riesgo de sufrir un accidente, pero en aquellos tiempos, o nuestros padres eran unos inconscientes, o la cultura familiar determinaba que los niños debían enfrentarse a su entorno desde muy temprana edad y aprender el uso de navajas y cuchillos como forma de desarrollo personal. Luego, conforme ibas creciendo, cambiabas la orientación de tus motivaciones para el ocio y juego. Nuestros padres eran analfabetos, o semianalfabetos, y no se sentían con los conocimientos suficientes para orientar nuestra educación, sobre todo en un mundo tan cambiante como el que se estaba viviendo. Ello, una vez que habías superado su nivel de conocimiento desde la escuela, nos permitía cierta libertad de movimiento apoyado en la excusa u orientación del aprendizaje y los libros.

Hubo en mi pueblo, allá por los 60 y 70, una generación de chavales cargados de energía y creatividad. Yo recuerdo  con especial cariño al colectivo en el que me integraba. Me viene a la memoria el malogrado José Porrino, Francisco Hinojosa, Salvador Gutiérrez, Antonio y Enrique Reina, José Bernardo, Hipólito y Miguel Ángel hijos del cuerpo de la Guardia Civil, y un amplio etc. Pero especialmente tengo el imborrable recuerdo de mi amigo Vicente Torralvo. Éramos uña y carne, hasta tal punto que formamos un club al que denominamos VIPO (Vicente y Porras), cuyo objetivo principal era el esparcimiento mediante la investigación y desarrollo en muy variadas vertientes: laboratorios farmacéuticos, tecnología en construcción  de barcos y armas de guerra, juegos, excursiones y demás.

El laboratorio se instaló en la guarrera o porqueriza de la casa de su abuela dado que no estaba en uso en ese momento; el problema vino cuando el cerdo ya comprado para el cebo quiso usurparnos el lugar, pero ese es otro tema. Tras preparar la dependencia buscamos mobiliario adecuado como pequeñas mesas, sillas, estanterías, etc. Recolectamos medicamentos varios de los desechados por nuestras madres y abuelas y cualquier otro que pudiera servirnos de componente para el ensayo. Nuestra inventiva nos llevaba a mezclar sustancias y ver cómo reaccionaban, tanto en frío como al calor del fuego, lo que nos dio algún que otro susto. El compuesto resultante se denominaría con la primera sílaba de cada uno de los integrantes que habíamos mezclado, dejando constancia de su fórmula. Luego, en un acto de maldad, inoculábamos el nuevo producto en los tábarros, previa eliminación del aguijón, y observábamos la reacción anotando en un papel el resultado de la misma. Cuando se iba acabando un producto y no teníamos más, le poníamos agua y pasaba a llamarse, por ejemplo: Caseosán aguado. Recuerdo, con cierta sorna, que decidimos disponer de orina usada como otro componente más, dadas las propiedades que le asignaban los hindúes, etiquetándola como Meaos puros; una vez nos faltaron y como no teníamos gana de orinar ninguno de los dos le añadimos agua y la cambiamos el título por Meaos aguados. El humor que no faltara para acompañar a la fantasía.

Os aseguro que conseguimos que reviviera un tábarro, que había resultado ahogado, aplicándole uno de nuestros productos. Luego, las multinacionales farmacéuticas no nos hicieron caso y la magia de nuestros inventos se perdió. La casa Roche nos obvió y todo fue un derroche de energía y creatividad desaprovechado.

En una ocasión diseñamos y construimos un barco… pero un barco de vapor que andaba solo. Nuestro astillero era pobre, de medios muy reducidos, por lo que recurrimos a lo que teníamos más a mano. Una lata de leche condensada vacía, un envase metálico de pastillas efervescentes, un corcho para cerrarlo haciendo de caldera, una barrita de bolígrafo atravesando el corcho en contacto con el vacío superior de la caldera que recogiera el vapor y, atravesando el casco del barco y hundiéndose en el agua, lo expulsara e hiciera chocar con ella  como fuerza de empuje. Para terminar debíamos usar algo que calentara la caldera y convirtiera el agua en vapor forzándolo a salir con la fuerza necesaria para propulsarlo, para lo que usamos un algodón impregnado en alcohol y depositado en un platillo de cerveza, que se colocaba bajo la caldera sometiéndola directamente al fuego, mientras se sujetaba por un mecanismo de alambre que hacía de soporte.

Ahora se trataba de construirlo. Quitamos tapa y culo de la lata, la presentamos en forma de hoja abierta y la doblamos por la mitad; a cada extremo le cortamos un trozo quedando un doble tronco irregular de pirámide unido por la base superior. Al doblar los bordes cortados en los extremos y sellarlos con cera formamos la popa y la proa; a la popa, más vertical y redondeada, le hicimos un agujero para que pasara la barrita del boli que venía de la caldera y se hundiría en el agua, la proa más biselada, con más inclinación y con una quilla fina que cortara el agua. Al fondo plomo para que hiciera de lastre y no volcara el invento. La estanqueidad se conseguía con el sellado de la cera. El barco estaba terminado, solo faltaba botarlo. No teníamos mar, pero sí una alberca pequeña con agua. Allá vamos.

El invento flotaba, el lastre lo mantenía sin volcarse y la caldera medio llena de agua estaba dispuesta sobre el platillo con algodón y alcohol, debidamente asegurado el corcho con alambra para que no saltara. Fuego y a esperar. Se consume el alcohol y no funciona. ¿Será que no ha dado tiempo a calentarse el agua y evaporarse? Más dosis de fuego y… poco a poco empieza a silbar un flujo de vapor que atraviesa la barrita del boli y lo lanza dentro del agua… lentamente el barco se desplaza y va cogiendo ritmo. ¡Albricias, el invento ha funcionado! Nos miramos y la cara de satisfacción lo dice todo.

Luego lo hicimos funcionar en la alberca del cura, en el cortijo de su abuela, en el pilar, etc. para asombro de los observadores. Todavía lo recuerda su tía Piedad y a veces lo comentamos.

Después vendrían otros inventos, como la fabricación de pólvora, la construcción de un cañón y algunas otras cuestiones de menor orden, que nos permitían esa felicidad que produce el logro de los objetivos marcados por la curiosidad de unos chavales que querían aprender y experimentar, cargados de inquietudes; pero eso lo dejo para otra ocasión, si es de vuestro interés…


El eterno retorno


Vía Lactea. Nuestra inmensa casa.
A veces las noches son mágicas, o tal vez debería decir que ante el insomnio se abre la magia de la noche. Sí, es eso, pero solo si sabes buscar esa magia. Es una cuestión de pura actitud. Cuando el sueño se resiste puedes llegar a la desesperación dentro de la rigidez mental, de la obsesión por dar a cada tiempo su función… el tiempo de dormir, el de comer, el de trabajar, el de divertirse… Si entiendes que la noche está hecha exclusivamente para dormir te verás atrapado en una situación de angustia y frustración si no consigues conciliar el sueño. Cuando el tiempo te atrapa y te hace su esclavo pierdes la libertad de hurgar en ese tiempo para encontrar las cosas que no le corresponden al momento. Pero, si entiendes que ese insomnio es porque la noche quiere hablar contigo, porque tiene algo que decirte, porque te ofrece la posibilidad de descubrir lo desconocido, porque te abre la puerta a otro mundo de magia, de imaginación y proyección existencial, entonces se te abrirá otra ventana al mundo, al pensamiento y a los sentidos. Las estrellas te dirán cosas, la luna con su cara de plata te hará guiños de embrujo, el firmamento te mostrará su inmensidad y tú irás descubriendo la magia de un orden cósmico, donde las leyes que sustentan la existencia se irán mostrando desde una especie de gnosis interna que aflora en libertad, pues la noche es transgresora y protectora donde todo se conjuga para hacerte más grande, más libre y más cósmico.

Ahora, cargado de años y experiencias, con el bagaje de la vida a mis espaldas, este insomnio es una bendición del cosmos, un regalo que ofrece para contactar con la infinitud del universo, para meditar en busca de la verdad holística, la que lo abarca todo, la síntesis de la existencia de un mundo inescrutable, donde el ser humano no es más que una parte insignificante de un todo inmenso que gira y gira en su espacio infinito, como decía la canción. Ese giro y giro es el eterno retorno (me viene a la mente el postulado de Nietzsche sobre el eterno retorno). Los budistas comprendieron bien ese continuo girar y usan en sus oraciones la rueda de plegaria. Para ellos existe ese retorno, aunque no lo entiendan como eterno sino como contumaz sistema de perfeccionamiento hasta que puedas escapar de esa órbita siendo un espíritu puro.

Ya me entró en mi mente la idea del eterno retorno para ocupar el espacio que dejó el insomnio. No puedo dormir. Me bajo al patio, me tumbo en la hamaca y, sosegadamente, me voy integrando en la oscura noche, que refrenda mi acoplamiento a esa oscuridad hasta permitirme observar los mil matices de sus grises contrastes. En las cálidas noches del verano andaluz la más ligera brisa es un regalo y siento la caricia de la noche con el suave mimo y deleite de su hálito, que muestra su venia entre el balanceo de los pámpanos de mi parra. Me acerco para observar a la luz de la luna el dorado fruto guarnecido por un ejército de hojas verdes, donde algunas empiezan a desertar tomando un tono marrón oscuro que les llevará a secarse y desprenderse de su oficio. Aparece la sensación de un “déjù vu”, pero en este caso real. Cada año por estas fechas se produce el mismo ceremonial en la naturaleza, forma parte del ciclo de la vida y de la muerte, es el eterno retorno.

Mientras que el día es la realidad que te rodea, ficticia o no, cargada de prejuicios, de etiquetas y dogmas y sometida al encorsetamiento social de la cultura donde te integras, la noche es la fantasía, el escape, la magia del sueño. En la noche se rompen las cadenas que atrapan tu mente, derrumbas los muros impuestos por otros para aprisionar tu pensamiento. Cuando duermes es el ensueño el que te libera, sueñas con lo prohibido, con aquello que los miedos te coartan, con la satisfacción de tus frustraciones… el ensueño es el canto y la forma de libertad que ejerce tu mente sometida a la norma. En el sueño, a veces, hay más verdad y manifestación de ti, de como tú eres, que en la vida real. Pero, los sueños se perdonan, sueñes lo que sueñes, siempre estará bajo la protección del subconsciente y a él se le adjudica la culpa y el protagonismo.

Digo todo esto por la complejidad de soñar despierto, por lo transgresor que resulta en esta sociedad pensar y razonar cosas, de desear lo vedado, de cuestionar, incluso, dogmas y verdades impuestas. Soñar despierto es más fácil de noche, cuando el vigilante de la mente descansa o se relaja, cuando la luz del día no nos delata, cuando los ruidos no interfieren, cuando se es más libre. Hay que tener el valor de desvestirse del día para integrarse en la noche, donde la luz del universo nos hace más grandes y nos emancipa ofreciendo una vía infinita para discernir entre tantos estímulos cósmicos. Y es aquí, en mi patio y a esta hora “intempestiva”, donde rompo amarras y vuelo planeando sobre la naturaleza para que me ilustre y oriente, para que me muestre su eterno ciclo de la vida: El eterno retorno.

La naturaleza nos enseña que ese ciclo de la vida es un círculo, una esfera que gira y gira, donde cada año, con sus estaciones, se nace y muere. Florece el árbol en primavera, se carga de hojas verdes y nutrientes para que la  flor fecundada nos dé, en el verano, el fruto y la semilla que geste otro árbol. En el otoño languidece y se produce una mágica muerte, donde se despoja de su manto y quedan sus ramas desnudas, casi inertes, en un invierno sometido a la poda para tomar fuerza de cara a una nueva vida en primavera, iniciando otra vez el ciclo.

Una ráfaga de viento algo más fresco penetra por el patio y despeja, en una pacífica razia, el ambiente. La lona del toldo baila oscilando al ritmo que le marca, la parra mece sus pámpanos tremolantes y el espantapájaros gira al compás de una danza caprichosa a meced del aire. Son las dos y media, sigo sin sueño tumbado en la hamaca contemplando el cielo.

La luna me lanza un destello y me atrapa. Ahora está en menguante, pasará a luna nueva, luego irá a crecente para acabar en luna llena y volver a su eterno ciclo de 28 días. Nuevamente el cielo me muestra el curso de la vida. Todo gira, la luna, el sol, la tierra, las estrellas, los planetas… es la danza del universo de la que no podemos escapar. ¿Será la vida esa danza? ¿Estamos condenados al eterno retorno? Pero, ¿cómo se entiende en nuestro caso? Al igual que el árbol nacemos y florecemos en una juventud de pasiones y deseos que nos llevan a reproducirnos, a dar el fruto, para luego entrar en el otoño de la vida. ¿Será la muerte el invierno? Pero si estamos en el eterno retorno deberemos volver a ser, a iniciar el ciclo. ¿Tendrán razón los budistas?

Uno, que no sabe nada, solo puede conjeturar. ¿Pero no es acaso eso lo que hizo el hombre a través de la historia? Conjeturas, suposiciones, hipótesis, teorías o creencias… nada definitivo, salvo la duda. Solo sabemos la nimiedad que cabe en esa pequeña masa cerebral. Por qué no podría darse la dualidad mente-cuerpo, para algunos alma-cuerpo, donde lo físico es el sostén, la huerta donde se siembra una “energía cósmica inteligente” que requiere de ese cuerpo para desarrollarse, para crecer. Yo soy energía, tú eres energía, todos somos energía. Mi cuerpo es el instrumento, la herramienta, el campo de cultivo, que permite a esa energía manifestarse, desarrollarse y crecer. Esa energía se cultiva a través de la inteligencia, de la elevación del conocimiento, de la comprensión de la verdad absoluta, lejana y utópica, eso sí, pero establecida como el objetivo final que lleve a la bondad madura del sujeto.

El conocimiento… el conocimiento, es la base del desarrollo del ser humano, de la elevación de su espíritu, de su mente, para integrarse lo más posible en ese cosmos que lo sustenta. El conocimiento es poder, responsabilidad y libertad, pero también es peligro para aquellos que no tienen como objetivo facilitarlo a los demás, sino controlarlo y gestionarlo para someter al ser humano a la ignorancia y la sumisión en un materialismo esclavizante. Esa función se ejerció siempre desde el poder y los credos, desde el dominio y apropiación de ese conocimiento. Allí afloran las ideologías y las religiones que dicen como son las cosas que tú querrías saber, para que no te molestes en pensar en más allá de lo establecido, para que seas gregario en ese grupo que ofrece la posibilidad de ser y existir a su modo. Luego, esta sociedad, precisamente llamada del conocimiento, te enterrará en mil datos que mientras más conozcas más importante te sentirás… pero olvidará que no es lo mismo tener conocimientos que vivir el conocimiento. Vivir el conocimiento es empatizar con él; es decir, sentir en tu interior el flujo de la verdad que proyecta ese conocimiento en un sistema interrelacionado, con una visión holística del cosmos donde no hablamos de unas cifras conocidas sino del entramado y las sinergias que las hacen posibles y su repercusión o influencia en la dinámica del mundo. Por tanto, no es lo mismo tener conocimiento que vivir el conocimiento.

Una vez, un paciente, loco él bajo los criterios clásicos de la salud mental, me decía que venimos a este mundo a desarrollar nuestra inteligencia y que en el cosmos había diferentes niveles de inteligencia según la dimensión en que estuvieras. Eran niveles escalonados que él los ubicaba en diferentes planetas. Explicaba ese eterno retorno como la repetición de la vida por reencarnación hasta que hubieras conseguido un nivel de perfección o inteligencia determinado, entonces, a tu muerte, unos seres superiores te llevarían a otro nivel, a su planeta; pero ojo, dentro de los planetas también había clases, se pasaba de uno al otro en función del nivel que se fuera adquiriendo. Qué curioso, al fin y al cabo eso tiene cierta similitud con los planteamientos aludidos de la filosofía y el credo budistas. Pero aquél señor era de campo, casi analfabeto, pero con una inteligencia privilegiada hasta el punto que se le declaró loco. A mí me gustaba hablar con él, lo tenía todo bien atado y encajado en su discurso.

Vuelvo a reseñar la capacidad o posibilidad de que exista un cocimiento gnóstico, esa especie de ciencia infusa que llevamos dentro y que solo es necesario sacarla a flote para actualizarla mediante la meditación, el pensar en libertad y sin corsés o, incluso, el propio azar. Pero, claro, al fin y al cabo somos lo que sentimos, lo que pensamos, nuestro mundo no deja de ser esa percepción real o imaginaria que tenemos, aunque existan otras cosas que escapan a nuestra estructura sensorial que es la que nos suministran la información para computar los hechos y sacar conclusiones. O sea, que seguimos especulando: conjeturas, suposiciones, hipótesis, teorías o creencias… en un eterno retorno, del gira y gira que algo irá cambiando aunque sea imperceptible, pero desde la individualidad anclada en un colectivo con el que se interactúa. Cada uno somos un mundo porque nuestros sentimientos y emociones son singulares, aunque también nos tengan presos y limitados por el aspecto sensorial, pues solo nos llega aquello que sentimos, lo que nuestros sentidos nos ofrecen, nada más… y ello, siempre, nos llevará a la duda sobre el más allá de los sentidos. Tal vez la noche nos ofrezca la posibilidad de abrir el cosmos a esas conjeturas.

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viernes, 19 de agosto de 2016

Resultado cuestionario sobre el blog



Durante tres meses he pedido a los lectores y visitantes de este blog su opinión respecto al mismo mediante una valoración de lo que he ido publicando y han ido leyendo. No fueron muchos los que respondieron, pero de estas respuestas se desprende una aceptación más que buena de los textos que publico, lo que me permite y motiva para seguir en la línea establecida.

Los resultados de la encuesta son los siguientes.

La pregunta era directa: ¿Cómo valoras este blog en su conjunto?

Tenía cinco opciones:
  • Muy bien (10)
  • Bien (7.5)
  • Regular (5)
  • Mal (2.5)
  • Muy mal (0)


El resultado:

Se recibieron 42 respuestas, de las cuales 36 fueron Muy bien, 5 Bien y 1 Muy mal. O sea: (36*10+5*7.5+0)/42=9.46

La puntuación final es de 9.46. Por tanto me siento satisfecho con la línea de exposición de mi blog y me reafirma en seguir en ella.


Gracias a todos los que de una u otra forma lo visitáis y seguís mis escritos participando, en muchos casos, en el debate del tema que trato. Vuestros comentarios enriquecen la visión de las cosas y, con su argumentación aportáis una visión más amplia y diversa de los asuntos tratados.

En todo caso me reafirmo en la idea inicial que justificó su creación:
"Para compartir mis inquietudes, para hacerte llegar mis vivencias y experiencias, para estar más cerca de ti, si me lo permites… Tu haces de ellas lo que estimes oportuno, yo te abro una ventana desde la que verás mi propia perspectiva del mundo. Si quieres nos asomamos juntos, si no te apetece basta con no mirar por ella". 

jueves, 18 de agosto de 2016

Federico está presente


Hoy hace 80 años que sacaban a Federico García Lorca  para darle el paseíllo. Ese término asesino que significaba arrancarle la vida a un ser humano en la penumbra de la noche, en la alevosa oscuridad, cuando los cobardes se esconden para no ser vistos, pare dejar impune su crimen. Unos mostrencos, ignorantes y cernícalos, sin dos dedos de frente y un espíritu servil a sus señores amos, incapaces de comprender la esencia de la vida y al propio ser humano, llevados por el odio, la intolerancia y el dogmatismo más alienante, ejercieron de asesinos creyendo que las armas pueden con el verso y la palabra, que las balas tienen más poder que las ideas y el hombre es más hombre mientras más bruto resulta.

Federico era singular, cargado de creatividad, de sensibilidad y espíritu trascendente, donde se cultivaba la verdadera esencia del ser humano. Trabajó por erradicar la incultura, por cultivar el espíritu, por acercar el hombre a las cosas que le rodean desde el sentimiento y esa sensibilidad que las hace más bellas a caballo de la poesía limpia y clara; trabajó por el desarrollo y evolución de una sociedad desde la cultura y el conocimiento para liberarnos de la esclavitud a la que nos somete la ignorancia. Cantó a su pueblo, a las cosas sencillas de la vida, a la muerte y a la gloria, al drama y al amor, al deseo y la amistad, al mundo gitano y a sus ritos y sus dogmas.

El arte, que siempre anida en las mentes sensibles, creativas y libres, no se tolera por los dictadores si no se somete a sus designios. Federico era un artista libre y rebelde, transgresor e insumiso. Sus ideas defendiendo la libertad de la gente llana, del pueblo, su republicanismo, su rechazo a las oligarquías y su homosexualidad, fueron condicionantes para motivar a sus asesinos a perpetrar el crimen, crimen de lesa humanidad, porque Federico era Patrimonio de la Humanidad. Tal vez, esos mastuerzos privaron a España de un Premio Novel de literatura. Según Ian Gibson, el “ínclito” Queipo de Llano, bendijo la ejecución con el «dadle café, mucho café». Tal vez los honores otorgados a ese verdugo sean una muestra inapelable de la España anacrónica que maltrata a sus hijos y los somete a la oligarquía dominante. ¡Qué vileza elevar a rango de héroes a los asesinos de la libertad del pueblo!

Yo, como cada año, sigo recordando su grandeza, su arte y su sensibilidad, que  cautiva a todo el que ama la poesía. Este es mi pequeño homenaje que, como es lógico, lo expreso en verso:
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Hoy, tras 80 años,
sigo sintiendo en la noche
el llanto de las estrellas,
la luna desalentada,
o la sombra de la muerte  
entre puñales de nácar,
y el reventón de la rosa
roja de sangre manchada
que fue cubriendo su cuerpo
en una fría madrugada.

En el barranco de Viznar
yace un vals sobre la jara
y una nana que despierta
llorando desesperada.

Mientras que en el viento bailan
canciones de amor y pena
suenan guitarras de plata
tocadas por los gitanos
entre zorongos y zambras.

Su sangre quiere trepar
montada sobre la savia
a través de un pino verde
para ver si divisaba
como llevaba la muerte
el horror y la desgracia
por lo campos de su patria
sobre los caballos negros
que van derramando sangre
de la mano de la parca.

Federico no se ha muerto
por mucho que lo mataran,
siguen danzando en el aire
sus versos y sus palabras
mecidos por esa luna
en una cuna de plata
mientras le canta una nana
herida de amor y magia.

Autor: Antonio Porras Cabrera
Málaga, 18 de agosto de 2016



martes, 16 de agosto de 2016

La salida del callejón

 
A otra cosa mariposa
Hace poco sostenía, y sigo sosteniendo, que el candidato del PP ha sido rechazado por la sociedad española para el cargo de presidente del gobierno, solo le han apoyado en este propósito uno de cada tres votantes. El resto, los otros dos, prefieren otra alternativa. Y ello es lógico tras lo visto en los últimos años. Rajoy no es un sujeto claro, es taimado y ladino en su actuación política, poco de fiar ante el compromiso de llevar a término un programa, como ya ha demostrado, y anda rodeado de sujetos  sobrados de prepotencia y arrogancia, cuando no de chulería. Todos los partidos, sin excepción salvo sus sucursales con otro nombre, han sido claros en ello. Han denunciado reiteradamente la corrupción del PP y la incapacidad de Rajoy para regenerar el partido y volver a otorgar los niveles de derechos democráticos que se han yugulado con la ley mordaza y otras leyes como la educativa y demás. Bajo esa bandera se presentaron a las elecciones y bajo ella consiguieron sus votos. Ahora deben ser consecuentes y no ceder aunque la presión por parte de las fuerzas fácticas sea intensa. En todo caso se verá si el capital y las finanzas, que tiene atrapados a algunos partidos, son capaces de hacer cambiar la posición. Si fuera así, estos podrían quedar con el culo al aire, como ya se está viendo con alguno, aunque se sospechaba y suponía que su intransigencia con la corrupción del partido de Rajoy era pura puesta en escena.

Entiende y apoyo la idea de que el PSOE sea contundente con su NO y bloquee el acceso de nuevo al gobierno de un personaje con tan poco apoyo social. Ha de ser consecuente. Sánchez no puede decirle a Rajoy INDECENTE en un debate, aunque debería haber matizado con el calificativo “político”, y luego facilitar su acceso al poder. Eso sería connivencia con esa indecencia, si no complicidad. El pobre hombre, y su gente, están siendo presionados de forma bárbara e intensa por sus propios popes, por los dirigentes históricos que ya están inclusos en el sistema de forma clara, habiendo dejado de lado la ideología que los aupó al poder en su momento, para medrar bajo el paraguas de las empresas a las que favorecieron en su gestión. ¡Qué desgracia de mundo político, que prometen mejorar la vida de sus pueblos y luego acaban favoreciendo los intereses de las empresas donde atracarán cuando dejen la política!

A mí hay un tema que me preocupa sobre manera. Es el uso de los medios de comunicación por parte de sus dueños, y de los que pueden influir en ellos, para crear opinión pública con orientación interesada. Ya hace tiempo, en un curso sobre comunicación en la Escuela Andaluza de Salud Pública, el periodista Joaquín Arozamena nos dejó claro cómo funciona eso. Si quieres trabajar en un periódico o televisión has de someterte a la línea editorial del medio, eso es de cajón. En ese sentido la ecuanimidad y la libertad de expresión están muy reducidas en tanto se han de enmarcar en esa línea. Por tanto, cuando leo o veo esa presión, esa forma, a veces burda, de poner la pelota en el tejado ajeno, solo me cabe pensar que están manipulando la opinión pública para que salgo lo que ellos quieren, sin considerar el resultado de  las elecciones, donde quedó claro que dos tercios de los votantes rechazan a Rajoy y su gobierno. La lectura no es, pues, que han ganado las elecciones sino que han de buscar apoyos en otros campos si pueden, y de lo contrario deberán optar a formar gobierno los otros, los que no les apoyan en sus políticas. Una opción clara sería que el propio Rajoy tomara conciencia de esta realidad e hiciera mutis por el foro, dejando el puesto a otro representante de su partido con mayor capacidad de diálogo y negociación, cosa demostrada que no es su fuerte. Claro que una negociación que considerara las diferentes sensibilidades políticas e ideológicas que se representan en el parlamento debería pasar por establecer un pacto de gobierno que diera solución a todos los problemas por los que atraviesa España en su sentido más amplio, aunque algunos se aparcaran, se deberían identificar los esenciales para dar un giro al proceso evolutivo de este país y orientarlo hacia una meta que garantice la convivencia durante 40 años más. Eso sí sería una altura de miras, una responsabilidad política razonable y razonada, aunque para los señores del PP esa altura de miras la entiendan como darles el cheque en blanco que pretenden obtener con sus amenazas de terceras elecciones si no facilitan el acceso de Rajoy al gobierno.

Pero siendo realistas, y ante el resultado de las elecciones, se sigue presentando la oportunidad de cambiar las cosas para reorientar la política hacía los intereses nacionales, o sea, hacia el beneficio de los pueblos que conforman España y su gente, su sociedad, en un proyecto de futuro basado en el desarrollo tecnológico dando protagonismo a tantos jóvenes que se han formado para ello y ahora se van fuera para hacer crecer a otros países.

La cuestión está en buscar puntos de confluencia, establecer sinergias, en función de un macro objetivo definido por un plan estratégico a largo plazo que determine el modelo de país y su estructura productiva y patrón de desarrollo. El modelo político también debe ser consensuado para que podamos convivir a largo plazo con comodidad y entendimiento entre todos los pueblos que integran este estado.

La soberbia del PP debe dar  paso a la humildad de un partido que se sienta democrático y entienda que los demás también piensan, sienten y quieren decidir, la cuestión es si están dispuestos a comprender que ellos no son España y que esta no ha de ser la idea que ellos tienen, sino la que resulte de la conjunción de esta con las demás, como corresponde a un estado donde se presume de la soberanía popular.

De todas formas y ante el posible bloqueo que se pudiera producir por esa falta de entendimiento entre unos y otros, creo que debería buscarse una alternativa sin ninguno de los políticos que están demostrando esa incapacidad de negociar y encontrarse en un proyecto común con el que se identifiquen los ciudadanos.

Propongo, desde mi atalaya personal, que se negocie un gobierno presidido por un sujeto con capacidad de diálogo y que no sea un político profesional. Mi propuesta apuesta por aglutinar en torno a ese ciudadano, que podría ser un tipo parecido a Ángel Gavilondo, un gobierno de concentración entre los diferentes partidos que han negado a Rajoy su apoyo y han enarbolado esa bandera durante las elecciones para conseguir el voto. Un acuerdo de mínimos para regenerar el sistema, para encontrar vías alternativas a esta economía que aplasta al más pobre y acaba con sueldos de miseria en beneficio del empresario y las multinacionales, una potenciación y ayuda al mediano y pequeño empresario para relanzar su actividad, un reenfoque de las ayudas al ciudadano medio para paliar el sufrimiento de la gente… y cómo no, una reestructuración del mundo político, con menos políticos, menos privilegios, menos grandes sueldos, coches oficiales, representantes y aforados, etc. En suma hacer un ERE en la clase política hasta reducirla a un grupo operativo real y responsable sin chalaneos, nepotismos y pesebrismo. Todo ello monitorizado, en un tiempo dado y con disposición a disolver las cortes en cuanto se cumpla y volver a unas elecciones en un nuevo marco casi de corte constituyente, pues habría que plantearse hasta la reforma constitucional en algunos aspectos. ¿No sería bonito que el legislativo legislara y el gobierno gobernara? Los políticos electos a legislar y los humanistas y expertos a gobernar…

De lo contrario estamos en un tobogán que nos lleva al fin de las pensiones y su privatización, al cambio a un modelo social más próximo al americano que al europeo clásico, donde lo privado invada los servicios que prestan los estados, y los sueldos y relación laboral se escapen a acuerdos o convenios entre las partes, donde el poder transite del Estado a las empresas. Tal vez la idea final sea la de entender al Estado como un agente capaz de someter los intereses privados a los colectivos y no al contrario, dado que siguen y persiguen, en este mundo neoliberal, que los sujetos se sometan a las leyes de libre mercado con mínima regulación, para lo que andan desmontando el poder de esos Estado para asumirlo las grandes corporaciones internacionales (véase el TTIP) que han tenido la habilidad de crear esa magia de la globalización que tan bien controlan.

En conclusión. No a Rajoy. Sí a un gobierno de concentración sin estos políticos incapaces de confluir. Acuerdo de mínimos para empezar a cambiar algo y romper la inercia rajoyana que nos tiene bloqueados. Por lo demás, al final será “yo en mi casa y Dios en la de tos” porque tengo la sensación de que nos las van a dar todas en el mismo carrillo, y no hablo de Santiago.

Posdata:
Por cierto, miren ustedes como se ha deteriorado en los últimos años la reserva de la seguridad social. Es preocupante. En 2012 se empezó a retirar fondos a ritmo trepidante… ¿Qué pretenderán?



jueves, 11 de agosto de 2016

Viaje por Galicia y Palencia


Esta segunda parte del viaje por Portugal y el norte de España, lo dedicaremos a la zona española. Habíamos entrado por Badajoz el día 8 de Julio y, tras 4 noches en el país vecino, pasamos a Galicia por la frontera entre Valença do Minho y Tuy. Teníamos previsto pasar dos noches en Vigo para seguir luego hacia A Coruña y visitar a unos amigos, pero los amigos de Vigo, Pablo y Mercedes, nos dijeron que Chelo y Quique venían en dos días a la ciudad y decidimos esperarlos allá y darles la sorpresa.

En este texto incluiré enlaces para que, quien quiera conocer más sobre la zona en concreto, pueda cargar desde internet esa información. La ruta se inicia con la entrada a España por Tuy para asentarnos en Vigo, visitando desde allí las Islas Cies, Combarro, la Ribeira Sacra, el monasterio de Santo Estevo y Allariz, para pasar luego por Puebla de Sanabria y ubicarnos en Carrión de los Condes, con desplazamiento a Saldaña y aledaños. De vuelta a casa pasamos por Lerma y Madrid en visita familiar. Pero vayamos por partes.
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Tuy


















Tuy es una ciudad fronteriza con Portugal al sur de Galicia, de unos 17000 habitantes, cargada de historia desde los tiempos remotos, que toma especial relevancia con la separación de Portugal del reino de Galicia y León, allá por el siglo XII. Siendo fronteriza fue campo de innumerables actos bélicos, tomando especial relevancia a lo largo de los siglos siguientes. Un detalle significativo es su catedral almenada, a modo de fortaleza, dedicada a Santa María, que se construyó inicialmente bajo el estilo románico y fue modificada a lo largo de los siglos apareciendo importantes aportaciones de estilo gótico. Su portada principal está considerada el primer conjunto escultórico gótico de la península ibérica.

En realidad solo estuvimos un par de horas, aprovechando para tomar café y dar una vuelta por sus calles céntricas cargadas de historia y de una arquitectura y urbanismo propia de los cascos antiguos de este tipo de ciudades. Vale la pena pasear por ella e ir descubriendo la peculiaridad de sus rincones e iglesias, como la de San Telmo o la capilla de la Misericordia.
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¡Cómo ha cambiado Vigo desde la última vez que lo visitamos hace unos 20 años! En el fondo se ha sometido a esa transición del pasado al presente a través de la ruta seguida por la mayoría de los pueblos de España y otros países, pues en Portugal también tuve esa sensación. Lo vi más limpio, más presentables sus fachadas, con mejor cuidado y desarrollo urbanístico, con más encanto. Allí nos esperaban Pablo y Mercedes, amigos de profesión y dedicación a la salud mental. Dejarse aconsejar y recorrer la ciudad de la mano de sus entendidos habitantes siempre es un placer.

Nos alojamos en el hotel Puerta del Sol, en la plaza del mismo nombre, a un tiro de piedra del centro, por no decir en el mismo centro, y del casco antiguo y puerto. Ambiente nocturno llenando las terrazas de los bares, donde corría la cerveza y los ricos caldos de la zona, como el albariño o el ribeiro, acompañando siempre un buen plato de pulpo, mejillones o mariscada, además de otros muchos que integran la rica gastronomía gallega. Primera noche dedicada al centro y su oferta de ocio y restauración, con poca cosa más, pues el viaje fue agotador y la cama nos llamaba.

No se olviden pasar por la calle de la Piedra o Rua da Pedra, para degustar las ricas ostras que se adquieren en unas mesa de piedra para ser consumidas en los bares aledaños, donde, además, podrás completar el mantel con otras viandas como el pulpo, los mejillones, navajas, filloas como rico postre (aunque en este caso las pedimos rellenas de marisco), etc. y regado todo por un fresco vino de la tierra.

La segunda noche nuestros amigos nos sorprendieron con un lugar apartado, en las afueras de Vigo (creo que se llamaba restaurante Luis), al otro lado de la ría, en la ladera de la montaña, panorama pintado con el verde de sus campos asomados a la ría para ver las bateas de mejillones en lontananza. Una impresionante mariscada, escoltada por otros platos de productos substraídos a la mar y deleite del fresco sabor del albariño, nos llamaba al apetito, pero recordando que la mesura a nuestra edad es una buena consejera para poder descansar por la noche plácidamente, sin que proteste el tracto digestivo por el acúmulo de fósforo y derivados del marisco, amenazando con elevar los valores del úrico y sus consecuencias.

Galicia, además del marisco y el vino de las cepas de su ribeira sacra, es rica en quesos, de sabor variado, pero prevaleciendo el de tetilla, que se presentan en forma de mama, o teta. Aunque el quesero que nos vendió diversos quesos de la zona, nos comentó que “el buen queso gallego se presenta en forma de disco o lenticular”. Aludió al queso Arzúa-Ulloa y también nos habló y dio a probar el Queixo do Cebreiro, el San Simón da costa y otros. Tentación que acaba incitando a cargar con quesos si no andas con la suficiente mesura.

No quiero olvidar la comida con nuestros amigos de A Coruña, a los que les dimos la sorpresa cuando llegaron al hotel Pazo dos Escudos, puesto que no nos esperaban allí. Con Chelo y Quique comimos y pasamos la tarde, hasta que se incorporaron Pablo y Mercedes. Siempre es un placer compartir con ellos tiempo, conversación y anécdotas del pasado en los congresos y en la historia de nuestra actividad profesional. ¡La química en la amistad es tan importante! y Chelo es un flujo continuo de bondad y humanismo que trasciende hasta atraparte en esa sensación placentera que provocan determinados amigos cargados de energía positiva. Nos gustó el hotel Pazo dos Escudos. Claro un 5 estrellas suele gustar, pero en este caso su arquitectura de fachada palaciega, sus vistas e instalaciones, justificaban esa sensación.

Pero en Vigo hubo más. También pasamos un buen rato, una de las noches, compartiendo ronda de tapas y vinos con nuestra paisana y amiga Julia Senciales, con la que quedamos para vernos en el centro. Julia hace muchos años que marchó del pueblo, aunque vuelve cuando puede a revivir sus años infantiles y mozos. En este caso, los revivimos a la par contando anécdotas y vivencias del pasado, al amparo de la privilegiada memoria de Julia, que nos sorprendió con su capacidad de recuerdo. Gracias a ti también, Julia, por el buen rato que pasamos.
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También visitamos las Islas Cies. No habíamos ido antes y esta era una excelente oportunidad para conocerlas.  Tomamos el barco desde Vigo con la intención de hacer una pequeña excursión por ellas y llegar hasta el faro, pero el cuerpo ya no es el que era y no responde al esfuerzo requerido para subir montes aunque sea una tolerable inclinación. Apenas pasamos del camping nos dedicamos a ver el paisaje, a disfrutar del expectante flujo de peces en la laguna y de la blanca y extensa playa cargada de bañistas bajo un sol excepcional en aquellos días. Paseo, pues, por la isla, fotos al canto y una cerveza fresca cerró nuestra estancia. Es un buen lugar para acampar en su camping y pasar unos días desconectados del mundanal ruido, solo arrullados por la  música de las olas y alguna que otra ave, prevaleciendo las gaviotas. No hay coches, ni moto, solo el barco que te lleva y trae. Para subir al camping, cargando con las tiendas y viandas, hay unos carritos de tracción manual que has de arrastrar a modo de bestia de carga. Los niños pequeños, sentados en el carrito, mientras sus padres o madres lo arrastraban, eran felices con aquel invento… se les veía en la cara.
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Anduvimos indecisos entre Combarro y Baiona, al final nos acercamos a Combarro para pasar un ratito y ver su amplia oferta de hórreos y sus construcciones en piedra y entorno marinero. Fue de pasada. Os dejo algunas fotos y enlace a internet a un lugar llamado La gran escapada, donde encontraréis un interesante reportaje sobre el pueblo.
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La visita a la Ribeira Sacra fue una buena decisión, ya que incluimos en la ruta el monasterio de Santo Estevo y Allariz. Hicimos la entrada bordeando el río Sil desde Os Peares hasta el embarcadero para coger el catamarán. Bosque profundo, carretera estrecha y no apta para miedicas por la falta de luminosidad y, sobre todo, deslumbramiento solar. Difícil encontrar el sitio si no fuera por el GPS que siempre es una buena herramienta para llegar a destino, que era el embarcadero del embalse de Santo Estevo (San Esteban). Este embalse se construyó en el mismo Cañón del río Sil, sobre una orografía muy complicada, lo que provocó que su construcción durara muchos años. Se inició en 1945 y en el año 1956 fue inaugurado. Fueron necesarios 2000 hombres, de los cuales una parte importante eran presos del régimen traídos por la Empresa Dragados de Penales do Estado.

El catamarán, a un precio de 13 euros por persona, remonta el embalse por el Cañón del Sil rodeado de montañas boscosas, con algún que otro mirador desde las mismas. En la vertiente norte se aprecian viñedos sembrados en laderas empinadas de acceso muy dificultoso y no menos dificultosa vendimia pues, en algunos casos, solo se puede sacar la uva a través del propio río. La vid solo se verá en la falda norte donde disfrutará la cepa de mayor exposición solar dando una mejor calidad a la uva. La ladera sur ofrece abundantes castaños, que en este tiempo estaban en plena floración.

El viaje dura una hora y media, algo largo bajo mi punto de vista, pero merece la pena por la espectacularidad del entorno. Para garantizar una plaza en el barco se ha de llamar antes por teléfono y reservarla, incluso pagarla, si se quiere, por internet. La salida hacia Santo Estevo es menos dificultosa que la entrada por Os Peares y se encuentran algunos miradores que te invitan a parar y disfrutar de espléndidas vistas del embalse y los cañones.
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Es un conjunto monasterial católico ya en desuso, ubicado en el municipio orensano de Nogueira de Ramuin, en la comarca de la Ribeira Sacra. En la actualidad forma parte de la red de Paradores Nacionales. Por su aislamiento es un lugar privilegiado para el descanso, la meditación y el encuentro con la naturaleza. Como todo parador ubicado en  monasterio conjuga el ascetismo o sobriedad religiosa con las comodidades del presente, produciendo una extraña sensación entre misticismo y confort. Pasear por los claustros mientras se lee es una de las bondades de estos lugares, o bien contemplar sus arcadas haciendo volar el pensamiento hacia un pretérito lejano, donde el poder de los monasterios era absoluto en sus dominios y daba vida a todo un mundo integrado por sus siervos y vecinos.

Su etapa de esplendor se inicia en el siglo X, bajo la autoridad del abad Franquila. De forma similar a lo ocurrido con otros claustros, también sufrió los efectos de la Desamortización de 1835. En 1923 recibió el reconocimiento de Monumento Histórico-Artístico. Su estructura y decoración cuenta con elementos románicos, góticos, renacentistas y barrocos. La fachada, un conjunto de gran interés, pertenece a este último estilo. Está organizado alrededor de tres claustros. El más antiguo, llamado de los Obispos, es románico. Los otros dos, también de gran belleza, son renacentistas.

La iglesia, de origen románico y planta basilical, tiene dos torres de campanario a los lados. En su interior se guarda un altar de piedra de gran tamaño que representa a Jesús con los apóstoles, mientras los retablos, renacentistas del siglo XVI, muestran escenas del Nuevo Testamento. En el exterior encontramos un cementerio.
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Aparte del enlace que pongo en el nombre del pueblo, podéis encontrar una excelente información de Victor Gómez en un artículo sobre el lugar en este otro enlace. Aunque ya íbamos cansados del viaje y dada la hora y el calor en las proximidades de Ourense, no podíamos dejar de visitar este pueblo, que te ofrece una arquitectura y estructura urbana singular y rica, con calles pavimentadas con grandes losas de piedra, un excelente parque urbano y un río con abundante agua que impregna de frescor su entorno. Allariz es uno de los pueblos más bonitos de la zona y de gran patrimonio histórico de componente medieval. Entramos por el puente románico del siglo XII, con cierta envidia hacia los chavales que se zambullían en el mismo río o en la piscina aledaña para matar el calor. En la puerta de la iglesia de Santa María observamos un cruceiro de los muchos que se ven por esas tierras gallegas, mientras discurríamos por una calle cubierta por unas frondosas plantas que le aportaban un agradable frescor.

Su Casco Histórico, fue declarado Conjunto Histórico Artístico en 1971, y restaurado posteriormente, lo que le valió que le concedieran el Premio Europeo de Urbanismo. Tiene una interesante oferta museística y turística que es aconsejable conocer de la mano de la chica de Información y Turismo, siempre atenta e interesada en diseñar la mejor ruta para visitar el pueblo, aunque en nuestro caso solo pudimos dar una vuelta por sus empinadas calles, ver su robustas casas de piedra y granito y tomar un café con hielo a la orilla del río mientras el agua, en un salto de molino, nos arrullaba a su paso dando una sensación de relax y sosiego. Vale la pena visitar ese lugar, os lo aseguro.
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Puebla de Sanabria era un lugar de tránsito, pero como teníamos que comer decidimos hacerlo en un restaurante afamado de esta villa, el Abelardo, que tenía bastante demanda en ese momento, donde se degusta un excelente pulpo a la sanabresa, buen bacalao, truchas y otros manjares.

De esta localidad cabe destacar el conjunto urbano de Puebla de Sanabria, resultado de las múltiples intervenciones a las que se ha visto avocada en su devenir histórico. Su extremo norte conserva las principales edificaciones, reflejo de su antiguo poder civil, militar y eclesiástico. Su recinto urbano se encuentra limitado por estructuras defensivas de la época medieval que fueron modificadas y reforzadas a partir del siglo XVII. Destaca el notable nivel de conservación de su patrimonio paisajístico y medioambiental, de características similares a las del cercano espacio natural protegido del parque natural del Lago de Sanabria.
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Hablar de Carrión es casi como hablar de nuestra segunda casa. Hace años que, de la mano de nuestros amigos Pablo y Marisa, Carrión nos abrió sus puertas, casi nos hizo hijos adoptivos y sembramos la amistad con mucha gente. Su historia se pierde en la noche de los tiempos. La vía romana Aquitania, que une Burdeos con Astorga, y que fue construida, lógicamente, por los romanos, pasa por allí. Durante la Alta Edad Media, Carrión de los Condes fue una de las ciudades más importantes de los reinos cristianos y en ella se celebraron cortes y sínodos.

Allá por 1398 nació en la localidad el famoso militar y poeta Marqués de Santillana, nombre por el que es conocido Íñigo López de Mendoza, justo al frente del bar de mi amiga Belén. No hago alusión al tributo de las Cien Doncellas que, junto con la batalla de Clavijo, no deja de ser un sospechoso mito, y de las diatribas entre el Cid y los Condes de Carrión, que también anda en cuestión por su falsedad, solo sustentadas por el Cantar del mío Cid.

Más de una vez lo hemos convertido en punto de referencia para organizar rutas y conocer la zona. Al estar en el transitado Camino de Santiago, es rico en arte románico y edificios religiosos de gran monumentalidad. Especialmente bello es el Pantocrátor del friso de la iglesia de Santiago. Aconsejo entrar en el enlace para conocer más de esta interesante localidad (cliquea aquí). Se ha de resaltar como bien de interés cultural, además de la referida iglesia de Santiago, la de Santa María del Camino y el Monasterio de San Zoilo, sin olvidarse de las iglesias de Belén, San Andrés Apóstol y San Julián o el Convento de Santa Clara de las Clarisas. Como arquitectura civil resalto el Ayuntamiento, la Casa de Cultura, el Teatro Sarabia, la calzada y el puente sobre el río Carrión.

El monasterio de San Zoilo es en la actualidad un hotel, donde nos alojamos, manteniendo toda su estructura y monumentalidad. Sus dos claustros, jardines, refectorio, la iglesia, etc. le dan un toque especial que, con un continuo canto gregoriano de fondo, te trasporta a otra dimensión. El frescor de su arbolado entorno, potenciado por la proximidad del río Carrión, hace de él un oasis placentero en medio del caluroso verano castellano. Su milenaria historia está jalonada de hechos importantes. Una visita para conocerlo es imprescindible si se pasa por la ciudad.

Desde allí se pueden visitar diversos lugares con una estupenda oferta de arte, sobre todo románico, como son Villalcazar de Sirga; la iglesia del más puro estilo románico, de San Martín de Frómista; la Villa Romana de la Olmeda; la singular Saldaña con su plaza porticada y el cercano restaurante El Molino; Támara con su impresionante iglesia de San Hipólito el Real donde veréis un precioso órgano sostenido por una sola columna de madera; o el majestuoso retablo renacentista de la iglesia de Santoyo. No me puedo olvidar de recomendar una visita a Palencia para ver su catedral, a la que llaman la bella desconocida, además de otros lugares de interés que tiene la ciudad. Tampoco me quiero olvidar de Astudillo, cuyo conjunto monumental fue declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Conjunto Histórico Artístico, en 1995. Resalto el Real Monasterio de Santa Clara, fundado a mediados del siglo XIV por María de Padilla, querida del rey Pedro I de Castilla.

En otras ocasiones, desde allí, hemos viajado a Burgos y sus Merindades,  a Aguilar de Campoo, Herrera de Pisuerga, o la zona de los pantanos del norte de Palencia, Sahagún, los Campos Godos y sus pueblos, norte de Valladolid, León y un amplio etc. Pero en este caso solo visitamos Saldaña de la que os hablo a continuación.
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Saldaña, también a orillas del río Carrión, está algo más al norte. Es el centro comarcal de la comarca de Vega-Valdavia. Fue la cabecera de más de cien lugares, señorío del Marqués de Santillana y uno de los centros de formación más importantes del país. La antigua Gili-Zalan, luego llamada Saldania, se hizo famosa por sus luchas contra Roma, cuya dominación fue larga y fecunda. Lo atestiguan los alrededores, que son un inagotable filón arqueológico, en gran parte intacto. En este sentido podemos visitar uno de los yacimientos más importantes de restos arqueológicos romanos en España, como es la Villa Romana de La Olmeda, que, aunque corresponde al municipio de Pedrosa de la Vega, está en ruta, muy próximo a Saldaña, donde se conservan en una iglesia, a modo de museo visitable con la misma entrada de la Villa Romana, muchos de los restos que se fueron encontrando en la citada villa.

Tiene fama la Casa Torcida de Saldaña, que es una  casa solariega de finales del siglo XVI situada en la plaza del marqués de la Valdavia, en cuya fachada se observa una malformación de las jácenas del primer piso, por lo que cuenta con dos teorías acerca de su extraña construcción. La primera es que se trata de un hundimiento del terreno, la segunda que fue construida a propósito de esa manera para facilitar la carga y descarga de grano desde el primer piso. Actualmente la casa ha sido rehabilitada en su totalidad y desde el año 2010 funciona como un establecimiento hostelero, en cuyo restaurante hemos comido en alguna ocasión.

Me permito copiar unas curiosidades sobre su plaza Vieja y el entorno: “También conocida como Plaza de los Francos, o incluso Plaza de los Marranos, lo que nos da una pista de su actividad mercantil y cercanía con la judería de la villa. Declarado conjunto histórico-artístico desde el día 30 de mayo de 1996. Aunque el conjunto actual en su mayoría es obra de los siglos XVI al XVIII, sus orígenes se remontan al siglo X. Su arquitectura es de poste y carrera, con soportales de madera y algunos con columnas de piedra. En noviembre de 1128, el castillo de Saldaña fue escenario de la boda real del hijo de la reina Urraca y Raimundo de Borgoña, Alfonso VII Raimúndez, con Berenguela de Barcelona, hija del conde de Barcelona Ramón Berenguer III. Para celebrar tan magno acontecimiento, se celebró una corrida de toros en esta insigne plaza, la primera conocida en la historia taurina de España”.

En esta ocasión nos sorprendió la celebración de la Semana de la Villa Romana de La Olmeda. Numerosos vecinos iban ataviados con indumentaria romana, disfrazados de patricios, doncellas, centuriones, gladiadores, etc. En la plaza encontramos un mercado a estilo romano, con alfarero incluido y ambiente apropiado a la celebración. Desfile con carroza y música y el negocio redondo en bares y comercios. Dejamos el lugar y nos fuimos a comer al restaurante El Molino, a muy poca distancia de la villa.
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Dice su lema: “La mejor cocina castellana en el lugar más paradisíaco”. Yo resalto sus carnes de la región y el lechazo asado. Pero más, incluso, recalco lo de lugar paradisiaco. Es un viejo molino rodeado de arboleda y canales de agua corriente que le otorgan un frescor y ambiente singularmente refrescante y sombreado. El único problema son los mosquitos que, como es natural, habitan la zona.

Buen lechazo, doy fe de ello, y buen yantar en conjunto. Sombra y brisa que silva entre las hojas acompañando el sonido del agua cantarina al sentirse liberada del estrecho paso bajo el viejo molino que le aprisiona en su aceña.
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Parar en Lerma era una vieja aspiración, pues ya en otras ocasiones pasamos de largo mientras nos llamaba su silueta monumental desde la colina. En esta ocasión decidimos parar, comer allá y dar una vuelta por la villa tan renombrada por la fama del que fuera su señor, Duque de Lerma.

Su historia y desarrollo va irremediablemente unida al mecenazgo de Francisco de Sandoval y Rojas, que fue el primer Duque de Lerma y valido del rey Felipe III. La villa fue al Valladolid cortesano (1601-1606) lo que El Escorial a Madrid. Fue declarada conjunto histórico-artístico en 1965.

Es conocida por ser el principal conjunto arquitectónico herreriano de España y alberga el único parador de turismo de la provincia de Burgos, ubicado en el Palacio Ducal de Lerma, considerado uno de los diez mejores paradores de España (durante la Guerra Civil se utilizó el edifico como cárcel). En él comimos y lo visitamos como un ejemplo de esplendor palaciego y monumentalidad. Es recomendable tomar un café o refrigerio en su patio de columnas para disfrutar de su entorno esplendoroso.

Transitando por la ciudad se ha de visitar forzosamente su plaza mayor que es una de las más grandes de España, incluso que la de Salamanca. Resaltar también el Mirador de los Arcos, el Arco de la Cárcel, sus murallas y casas medievales y su casco antiguo. La gastronomía castellana tiene allá un excelente referente.
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Fin de la ruta, pues ya todo el tiempo restante se dedicó a visitas familiares y volver a casa, que, tras tan largo e intenso viaje, era nuestro principal objetivo para poder descansar. 

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