(Málaga iluminada) -------------------------
A mí siempre me causó cierta desazón la Navidad. En un principio me pareció algo maravilloso, mágico, donde se mostraba al mundo nuestra bondad y mejores deseos, se buscaba la paz, la igualdad y la justicia al amparo del nacimiento de Jesús, el hijo de Dios hecho hombre. Era una visión tierna, infantil y cándida, donde la simpleza y la ingenuidad se daban la mano. Donde, a pesar de vivir en la injusticia sostenida de una sociedad dictatorial, desigual y de clases, la inocencia se imponía sobre estas diferencias y anomalías. Yo era el hijo de un pobre campesino que era explotado a lo largo de todo el año. Después volvía a verlo todo igual; el trabajo y sufrimiento de mis padres, la desnudez y el hambre de los niños, la miseria y la desigualdad, la riqueza del señorito y su prepotencia y orgullo abonados por sus buenos actos navideños.
Más tarde, cuando fui creciendo y digiriendo la realidad, me pareció bastante hipócrita, como un lavado de conciencia, como mostrarse a uno mismo que tenía bondad en su interior, la sacaba a relucir y, una vez comprobada, la guardaba contento, pues todavía existía, quedando almacenada para el próximo año. Lo malo es cuando descubro el mercantilismo, la manipulación y utilización comercial del mensaje navideño. Le regalamos y nos regalamos cosas, a nuestros hijos, familiares, amigos y a nosotros mismos, pero nos olvidamos de los que sufren durante todo el año, seguimos manteniendo las injusticias y las desigualdades. En esas fechas hay que ser felices, amables, bondadosos y estar cargados de buenas intenciones, pero todo por obligación. Ese ejercicio crea la incongruencia, digamos cognitiva, entre el tener que ser y estar por obligación, y el ser y estar realmente, desde tu interior.
Ciertamente, creo que hay mucha gente que mantiene ese espíritu generoso a lo largo del año y de toda su vida, que son ejemplares y que no tiene nada que ver con la Navidad, sino con el ejercicio de su bondad personal. Yo, ante esa gente, sean creyentes o no, me quito el gorro y digo: “chapeau”, aunque yo no sea creyente. Yo respeto las creencias si estas me respetan a mí, si no quieren imponerse descalificando mi visión. De lo contrario me parecen alienados hasta el punto de obviar la única gran verdad que hay en este mundo, que es la diversidad enriquecedora.
A lo largo de la historia ha habido grandes hombres que han sembrado la justicia y la bondad, la comprensión y el diálogo, una filosofía de vida basada en el humanismo y en el respeto al ser humano por encima del dinero y el poder. Esos hombres fueron removedores de conciencias, enemigos de lo establecido, buscadores de la igualdad y la justicia, buscadores y/o descubridores de la esencia del ser humano. Llámale Cristo, Buda, Zaratrusta, Confucio... y por qué no incluir a los grandes pensadores y filósofos griegos. Luego llegaron los otros, los poderos, los fariseos e hipócritas, se adueñaron del mensaje, se apoltronaron en el poder en el nombre de Dios y de esas grandes filosofías y se adueñaron de todo, manipularon y comercializaron con ello. Hábilmente, apoyados en la sensibilidad de la buena gente, los arrastraron a su terreno y volvieron a engañarlos para usarlos en beneficio propio... Los fariseos de las religiones se aliaron con el poder para dominar el mundo y perpetuar la injusticia, esa injusticia que les permitía estar arriba, encima de los demás, en lugar de luchar contra ella. Veo una gran similitud entre las estructuras religiosas actuales y la farisaica de hace dos mil años. Los templos, el oro, los oropeles, los ritos, los dogmas, el poder, la ascendencia sobre el pueblo, el intento de control educativo y del conocimiento, la alianza con el poder civil, el control sobre las conciencias, la limitación y definición del marco del pensamiento, etc...
No sé, creo que este año haré como siempre. Celebraré una gran cena el día 24 de diciembre junto a mis hijos, brindaremos con cava catalán, beberemos vino de procedencia variada según el plato, y comeremos las delicias que se cocinan en casa, después entregaremos los regalos... y es, amigos míos, que como cada año, el día 24 cumple años mi mujer, la compañera con la que vivo desde hace 35 años. El resto de la familia la homenajea ese día.
Aprovecharé para hacer un pequeño balance, aunque es un acto que suelo hacer de cuando en cuando, sin esperar a final de año, para ver como van las cosas, cómo puedo mejorar mi vida y las de los que me rodean, si ello depende de mí sin renunciar a mi esencia. Me cargaré de intenciones y volveré a mirar en mi interior sabiendo que mi felicidad no depende de lo externo, sino de cómo yo vaya haciendo el camino, de cómo me vaya desarrollando, de seguir bebiendo de todas las fuentes que juzgue adecuadas y nutrientes, de compartir con mis amigos y amigas aquellas cosas que tenemos y son compartibles en una cena interminable...
En suma, quiero que mi Navidad dure 365 días al año; este, el próximo y así hasta el final de mi vida... Me gustaría que todos mis amigos y amigas me acompañaran... ¿Tú te vienes?
Empezaré reflexionando sobre estos puntos u ocurrencias que me han venido a la mente, a lo que te invito:
1.- Amar a la gente es facilitar su crecimiento
2.- Disfruta compartiendo con tus amigos
3.- El mundo está en ti, según tú seas así será.
4.- El mundo te hace a ti, pero tú haces el mundo.
5.- Cada uno es responsable de lo que le corresponde.
6.- Abre tu mente a los demás, así comprenderás mejor la sociedad.
7.- Expresa lo que sientes para que los demás vean por tus ojos.
8.- La diversidad enriquece, la uniformidad encapsula.
9.- Piensa en positivo para crear.
10.- Crear fronteras es ser aldeano, romperlas es ser universal.
11.- ¿Egoísmo o Filantropía?
12.- La felicidad no está al final, sino en el camino.
13.- El hombre es dinámico, sus principios con él.
14.- Tu caminar va de la mano de tu inteligencia.
------------------------
(Desde mi bodeguilla)
Este brindis va por vosotros, con mis mejores deseos de felicidad para este y todos los años de vuestra vida.