Opinión | Tribuna
Publicado
en el diario La Opinión de Málaga el día 12 JUL 2025 7:00
El caos o
galimatías que se va observando en la política, podría llevar a un proceso
insostenible de confrontación y desconcierto
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Comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados. / José Luis Roca |
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Intenso fin de semana para los dos
grandes partidos, reunión del Comité Federal y congreso, respectivamente, y
miércoles de ceniza para PSOE. Las cosas siguen prácticamente igual. El
PSOE a la defensiva y el PP como siempre, con la intención de desbancar a Pedro
Sánchez, sin dejar claro cuál es su programa real, salvo que su
objetivo sea en exclusiva derrocar a Sánchez, lo que no suena muy bien, dado el
marco político internacional actual, sustentado en un nuevo paradigma.
Nosotros, los de a pie,
continuamos, en gran medida, en la inopia; o sea, sin saber demasiado de
todo y casi nada de nada. Ya lo dijo Noam Chomsky: «La población general no
sabe lo que está ocurriendo, y ni siquiera sabe que no lo sabe». En ello
estamos, viéndolas venir, pero sujetos a las diatribas interesadas y falaces de
quienes pretenden llevarnos al huerto de sus amores, allá donde se cultiva la
hortaliza y el fruto que los alimentan. Incluso hay quien proclama a
los cuatro vientos que le gusta la fruta como un eufemismo de insulto que
lleva al ejercicio de la política canalla.
La quiebra del humanismo
En este contexto es tremendo ver y
tomar conciencia de cómo se nos va llevando a la quiebra de nuestros
valores básicos, a la redefinición de los principios que nos rigen
como un colectivo humano fraterno, que lucha y progresa buscando el desarrollo
personal inserto en una sociedad libre, culturalmente solidaria y humanista.
Se nos está vacunando contra la
compasión y la justicia, contra el ejercicio de la fraternidad y la bonhomía,
contra los valores del humanismo responsable, del amor y la empatía, de la
comprensión y el respeto. Cultivan la insensibilidad ante la violencia y la
guerra, ante la injusticia y la depredación, ante la muerte y la destrucción.
El insoportable genocidio de Gaza, la guerra de Ucrania y los más de 50
conflictos armados activos en el mundo, según el Instituto para la
Economía y la Paz, ya no despiertan nuestra sensibilidad y cuando aparecen
en la televisión la apagamos para no confrontar las imágenes con nuestro
confort. Matamos la conciencia, la aturdimos, para evitar la disonancia
cognitiva que representa ver el sufrimiento ajeno mientras nosotros gozamos de
la confortabilidad que debemos pregonar para los otros.
Nuestras almas se están
encalleciendo. Es condición básica para entrar en el mundo del futuro,
donde podríamos dejar de ser seres humanos en toda su extensión social para
convertirnos en individuos, en sujetos egoístas. Seres individuales conectados
con los demás, a través de las redes sociales manipuladoras. Una sociedad que
te ofrece el placer y la satisfacción que requiere tu ego sumiso y dependiente
del soma de Un mundo feliz, la novela profética de Aldous Huxley
(1932), mientras los poderosos dominan el mundo desde su atalaya.
El cambio de paradigma político y
económico
En realidad estamos asistiendo,
aunque no nos demos cuenta, a un cambio de paradigma político y económico,
donde la democracia dará paso a la plutocracia y el Estado, menguado en su
poder, entregará el relevo a las grandes corporaciones. Ello implica que
mientras el Estado, y su gobernanza, está condicionado por nuestro voto, las
grandes corporaciones no lo estarán y se moverán por intereses económicos y
empresariales afines a sus dueños o accionistas. Tal vez tengamos la
posibilidad de invertir nuestros dineros en los grandes fondos de
inversión que, guiados por la inteligencia artificia, tendrán una
autonomía de gestión que nos liberará de pensar y escudriñar los mercados de
valores a caballo de ajenos intereses de buitres carroñeros.
Por otro lado, el caos o galimatías
que se va observando en la política, podría llevar a un proceso
insostenible de confrontación y desconcierto donde los colectivos, que
andan sembrándolo, se ofrecieran como mesiánicos salvadores, como ya se
observa, con objeto de controlar la sociedad del futuro bajo unos parámetros de
corte supremacista en una estructura de poder jerarquizada de estilo feudal.
Fin de semana de carnaval
Cambiando de tercio, durante el fin
de semana pasado hemos tenido carnaval, con esperpento y disfraz, escenificados
en diferentes lugares. Unos en calle Ferraz y los otros en Ifema. En
Ferraz contra las cuerdas y en Ifema con euforia, lo que no les garantiza
que puedan tener la gloria. Tampoco será en Ferraz donde se acabe la historia
del gobierno, que transita intentando articular una compleja maquinaria de
difícil gestión.
El PSOE estuvo en un tris de volver
al sainete con el caso de Francisco Salazar, hombre de instinto
básico díscolo, con la libido a flor de piel, presuntamente, que eso siempre se
ha de manifestar hasta que no haya sentencia en firme por aquello de la
presunción de inocencia. Una vez sorteado este obstáculo y el rifirrafe con
el crítico Page, cuya lealtad al partido está en cuestión por
sus forma de exteriorizar sus diferencias, sus flirteos con el PP y los medios
afines, se cerró el encuentro con el reforzamiento, al menos teórico y
exteriorizado, del líder incuestionable, a la espera de su comparecencia en la
sede de la soberanía popular.
Miércoles de ceniza
Una vez superado el carnaval se
pretendía terminar don Carnal con el entierro de la sardina y el miércoles de
ceniza, entrando en la penitente cuaresma que depure las culpas habidas. El
acto se celebró el día 9 en el Congreso de los diputados, lugar
especial para la flagelación y el sufrimiento del Gobierno a manos de la
oposición, en este caso, incluso, de sus adláteres. Un examen de conciencia que
le enfrenta a la discordancia entre su ideología política y una realidad
aplastante donde la avidez conduce a la delincuencia de algunos indeseables.
Pecado de in vigilando, que, además del examen de conciencia, el dolor de
corazón y el propósito de enmienda, ha de llevar la penitencia que incluye
modificar las leyes para evitar que vuelva a suceder y la imposición de
ceniza en la frente como un recordatorio de la mortalidad política y
la necesidad de arrepentimiento para contar con el perdón de los votantes.
Tras retratarse todos ellos con sus
discursos y pataleos, sus desplantes no exentos de insultos y descalificaciones
al estilo VOX, llega la hora del balance. El PSOE sobrevive una vez más
y, cual Cid de la izquierda, Sánchez resiste en la batalla cuando le
daban por muerto. La sardina no se entierra y subsiste arropada por su entorno. Feijóo
sigue frustrado y, por lo que se ve, más cabreado que antes, dando
coces por doquier hasta llegar a romper los frágiles lazos que andaba creando
con PNV y Junts. Solo tiene a VOX a su derecha, lo que le lleva a ubicarse más
a la derecha si cabe, con su montaraz forma de posicionarse y expresarse.
En este caso sigue rompiendo moldes
y yendo más lejos cada vez, sin percatarse de que los españoles, que no son
solo los que le votan a él, ven su jugada y sus formas como un déficit de
actitud estadista, que lo cuestiona para acometer la gobernanza del Estado
desde el sentir democrático del respeto al adversario. Ladino se nos
mostró, o sea astuto, pero le traicionan las formas, sabedor de que su
tiempo se agota por las amenazas que se ciernen sobre su propio partido. Malos
tiempos para el PP se otean en un horizonte de juicios y sentencias anclados
a un pasado marcado de corrupción.
El control del sobrecoste
Mientras, Ayuso, en su
omnipotente megalomanía, ha subrayado este miércoles su interés por
ver la inspección fiscal de «Begoña Gómez, del hermano del presidente, de los
ministros del Gobierno y de todos sus familiares»… Olvida doña Isabel que ello
implica un delito al ser de carácter reservado, según la Orden de HAP/1182/2012
de 31 de mayo. Pero no estaría de más conocer la de todos los que manejan
dineros públicos, incluida ella.
Eso sí, de cara a un mayor
control anticorrupción, se debería introducir una cláusula de obligado
cumplimiento, de inspección automática, para toda obra o inversión que
conlleve un sobrecoste presupuestario, que es donde aparecen incrementos
sospechosos. Por ejemplo, a mí me gustaría saber cómo y por qué se dieron los
sobrecostes del famoso hospital Isabel Zendal… ¿Aguantará una inspección
en toda regla? Es una pregunta retórica, claro.
Y ahora, relájense amigos y amigas,
se nos van de vacaciones. En septiembre volveremos a la guerra o... puede que
no haya tregua, ruidos de batalla prosiguen en lontananza.
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