miércoles, 28 de agosto de 2024

La migración, ¿problema o solución?

 

Opinión | Tribuna


 Antonio Porras Cabrera

Publicado en La Opinión de Málaga el 28 AGO 2024 7:02

 

Varios hombres salen de un Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes en Ceuta. / EP

 

La migración, ¿problema o solución?

La migración ha dejado de ser un problema humano para convertirse en una herramienta política, en un instrumento de confrontación de intereses

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Lamentablemente estamos asistiendo a un bochornoso espectáculo donde la insidia y la difamación sobre el tema migratorio nos hacen sentir vergüenza ajena. No es solo el esperpéntico y tendencioso comentario de Albiol, apoyado por sus afines en su partido, o la gratuita imputación o correlación entre el asesinato del niño de Mocejón con la acogida de inmigrantes en la localidad, difundida en las RR SS con aviesas intenciones, es un todo orquestado que va más allá y que cada vez cala en una parte importante del abanico político como estrategia para subvertir los valores sociales de este y otros países.

La migración ha dejado de ser un problema humano para convertirse en una herramienta política, en un instrumento de confrontación de intereses, donde la esencia del mismo dejó de ser el humanismo solidario para dar paso al racismo y a la confrontación partidista desde la que se manipula las mentes y principios que deben caracterizar a todo ser humano.

Qué curiosa es esta Europa nuestra, que adoptó su historia de conquistadora, de colonizadora del mundo, que al gestionar las colonias imponía su civilización a cambio de los recursos para engordar su economía y desarrollo hasta convertirse en imperios dominantes del orbe conocido.

La historia es irrefutable, como las hemerotecas. Si miras hacia atrás verás cómo los blancos europeos, adueñándose del mundo, iban a buscar esclavos a África. Eran ganado, mulos de carga, criaturas sin alma para que la conciencia del esclavista no quedara atrapada por el credo religioso. El negro era una mercancía animal. En cierto sentido, era un movimiento migratorio impuesto.

El número de personas esclavizadas procedentes de África que arribaron a América entre los siglos XV y XIX se estima en 12 millones. Las grandes economías europeas se consolidaron con la esclavitud, incluida España, para explotar las riquezas de sus colonias. Tal vez por eso sentenció Honoré de Balzac: «Detrás de toda gran fortuna siempre hay un crimen».

Atroz fue la actitud de Europa con el mundo africano sometiendo a la esclavitud a su gente. Pero también lo fue su intento posterior de colonizarlo e incorporarlo a su imperio, de evangelizarlo y acercarlo a esa cultura que ahora les llama. Siempre tuvo el objetivo de captar riquezas desde su mayor capacidad intelectual, industrial y de poder militar para potenciar su desarrollo. Luego, tras las dos guerras mundiales, se produjo la descolonización al perder su poderío y lo dejaron todo hecho unos zorros, como ejemplo Ruanda con dos etnias enfrentadas, los Hutus y los Tutsis. Ahora, en pleno siglo XXI, marcado por los hechos de la historia, estamos viviendo las consecuencias racionales de aquello.

Pero la deslumbrante Europa, el primer mundo, atrae a la gente, la antigua metrópolis sigue teniendo imán. Cuando alguien vive en la miseria, rodeado de violencia o de guerra, sometida su libertad a otros mediante dictados religiosos o políticos, cuando la supervivencia resulta altamente dificultosa, aparecen los sueños, los paraísos imaginarios para alcanzarlos… es la necesidad de huir del infierno. Los descubren las televisiones, las películas, los paisanos que viven allá… y la gente se lanza a la aventura. Son los más fuertes, los más arriesgados, los más temerarios o los más desesperados los que lo hacen, jugándose la vida. El recorrido es largo, selvas y desiertos, agresiones, violaciones, riesgo de detención, incluso esclavitud, para, al final, enfrentarse a un mar que se ha de atravesar sabiendo que es una gran tumba de miles de otros que ya lo intentaron. La vida pende de un hilo, se arriesga en el día a día, la ruta es peligrosa, las mafias engañan y prometen hipotecándote la vida, la vuelta atrás inviable, pues es el deshonor y el fracaso.

Es curioso. ¡Cuánto ha cambiado la vida! Antes, los negreros los buscaban en las selvas para esclavizarlos, para someterlos al trabajo forzado. Ahora vienen solos, a trabajar por cuatro ochavos. La peor vida aquí es mucho mejor que la vida de allá. Vienen buscando la tierra prometida, aquella que sus colonizadores le mostraron mientras los iban ‘civilizando’.

Nuestra sociedad, que está muriendo de egoísmo, se debilita, se extingue, no procrea, envejece y no tiene conciencia de que una nación que no procrea tiene que importar nuevos ciudadanos para que suplen a los que se marchan al otro ‘barrio’. Para que mantengan la actividad productiva, sostengan la economía y el sistema de servicios públicos, incluyendo las pensiones; en suma, que prosigan y hereden la nación.

¿De dónde podrán salir esos nuevos ciudadanos, esos trabajadores que garanticen el sistema? Está claro que si no los creamos, si no nos reproducimos, habrá que importarlos. Pero si somos inteligentes no habrá que ir de nuevo a buscarlos y forzarlos a venir, sino que solo habrá que entreabrir la puerta e ir acomodándolos para que se incorporen a la organización, para que trabajen y consuman, para que creen riqueza y garanticen el funcionamiento de las cosas, de los servicios, las pensiones, las ayudas sociales, etc.

Tal vez la solución esté en acoger a la gente que viene y adaptarla, darle la oportunidad de integrarse social y productivamente para que cubran la necesidad de población que se presenta de cara al futuro. No estaría mal que fuéramos aceptándolos y adaptándolos en una cultura de fusión desde una política racional y transparente.

Mientras tanto, hay algunos irracionales xenófobos que se dedican a crear bulos, a desacreditar a los migrantes creando paranoias contra ellos, a ir sembrando el racismo y el rechazo a quienes, presumiblemente, vienen huyendo de la nada para poder sobrevivir en un mundo de esperanza, ese que una vez fue a su tierra a colonizarla.

En un continente con una sociedad que envejece la inmigración nunca ha de ser un problema, sino una oportunidad para rejuvenecerla, para mantenerla y proyectarla hacia el futuro mediante esa fusión cultural que se produce en todo proceso homeostático cuando un sistema abierto recibe nuevos elementos que lo amplían. Seamos sensatos, tenemos un problema de envejecimiento de cara al futuro inmediato, articulemos la solución con la integración racional de la inmigración, el que arriba viene con la intención de integrarse y buscarse una vida mejor, ganémoslo para la causa del futuro.

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martes, 20 de agosto de 2024

Sobre la ponzoña que nos invade

 


Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en La Opinión de Málaga el 20 AGO 2024 7:00

Hay intoxicadores, entes difamadores, que lanzan su ponzoña por convicción para destruir al contrincante, otros persiguen la exaltación de su ego al amparo de un falso crédito intelectual


Fachada del Congreso de los Diputados, a 19 de septiembre de 2023, en Madrid (España). / Marcos Villaoslada

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Sobre la ponzoña que nos invade

Andamos percibiendo a nuestro alrededor, incluso en el propio Parlamento que debería ser lugar de debate constructivo, un torbellino en espiral de irracionalidad e irresponsabilidad, donde priman intereses espurios, partidistas y alejados de los verdaderas inquietudes que ocupan, a mi entender, las mentes y preocupaciones de la ciudadanía. Me repugna la política torticera, el filibusterismo y la toxicidad que aflora por doquier, la falta de respeto al pensamiento ajeno, o la manipulación de los principios y valores democráticos en beneficio del interés partidista. La dignidad es un valor a la baja, mientras la vanidosa arrogancia parece que va al alza… Esto no afecta solo al político y algunos otros funcionarios del Estado, sino a la ciudadanía que ejerce de hooligan irracional, militando en las RRSS con el insulto y la descalificación.

Esas actitudes y expresiones tóxicas han encontrado en las citadas redes el mayor campo de cultivo y han volcado en ellas la vehemencia del propio parlamento, utilizándolas el usuario como una irracional correa de trasmisión en muchos casos. Las redes son peligrosas como elemento difusor si uno no se para a meditar sobre el mensaje que nos transmiten, para discernir sobre el valor real del mismo, su veracidad y la intencionalidad que persigue el autor con esa difusión.

Con mi generación, allá por los años 70, se trajo la democracia en una lucha desigual con un régimen dictatorial que se resistía a desaparecer. Hoy, los artífices de aquella contienda que dio su fruto, hemos de volver a reivindicar aquel proceso para defender lo conseguido desde el consenso y el aislamiento de los elementos tóxicos a los que aludo, de lo contrario nuestra lucha resultará estéril para las generaciones venideras, pues se está dando mayor protagonismo a lo divergente que a lo convergente

Hay intoxicadores, entes difamadores, que lanzan su ponzoña por propia convicción para destruir al contrincante, otros persiguen la exaltación de su ego al amparo de un falso crédito intelectual que ellos se otorgan; los habrá también que, anclados a su pensamiento totalitario, pretendan aniquilar los derechos constitucionales para hacer prevalecer un liderato absolutista y paternalista que dé sentido a una pueril inmadurez y otros muchos casos y justificaciones, como desacreditar y desmontar el sistema… La visceralidad, la prepotencia, el desprecio al diferente, el rechazo a otros pensamientos que no son los propios, dejan en muy mal lugar al peleón que pretenden matar a la razón con exabruptos y gritos, con descalificaciones e insultos desde la ególatra petulancia, cuando no pedantería.

Lo malo es que la escuela del debate que se va imponiendo es la que emana de la ‘Salsa rosa’ televisiva y del mundo de la tertulia partidista, donde la intolerancia, el integrismo dogmático, la confrontación y vulgaridad ‘infraverdulera’, en muchos casos, suple a los argumentos para nublar la razón a través de la irracional emoción, llegando al propio hemiciclo parlamentario o saliendo de allí para influenciar la calle. El objetivo de este debate no es crecer personalmente con él, sino convencer al otro de lo que uno piensa, sin considerar el pensamiento ajeno, haciendo oídos sordos al contertulio divergente, dado que nosotros estamos en posesión de la verdad, cosa bastante habitual en las sociedades de credos monoteístas con su componente mesiánico.

Cualquier debate productivo pasa por saber escuchar lo que el otro dice para sacar de ello lo mejor, si hay algo aprovechable que nos enriquezca, y viceversa. Estamos pues invertidos en esto del debate; o sea, nuestro objetivo no es aprender de los demás sino enseñarlos a pensar como uno piensa… y eso no es un debate productivo para nosotros mismos, pues no nos enriquece, salvo el enaltecimiento de nuestro exclusivo ego, mediante un intento de imponer el propio pensamiento colonizando la mente ajena, adoctrinándola, como si ello confirmara nuestra superioridad intelectual a través de la supuesta solidez de nuestros argumentos, en muchos casos enquistados en su dislate.

En alguna ocasión dije que cuando la política pierde el sentido común, ha de imponerlo la ciudadanía; pero en un alarde de manipulación, la política está arrastrando a la ciudadanía al sinsentido, a la irresponsabilidad, a la irracionalidad que conduce por senderos inescrutables a un abismo de confrontación, a un tobogán que nos lleva a las desgracias vividas a lo largo de nuestra historia. Nos falta empatía, humanismo, amor y una actitud comprensiva hacia los demás y su libertad de pensamiento.

Tal vez sería bueno que, antes de decir algo, pensáramos de verdad en lo que se dice, las razones que lo sustentan y las consecuencias e influencia en el entendimiento entre la gente. Sembrar lo negativo y no cultivar lo positivo solo lleva al caos. Pero en esta línea es de puro derecho respetar el pensamiento ajeno como definitorio de la personalidad del que lo emite, que queda retratado por el mismo dándote una precisa información sobre con quién andas, lo que te permite otorgarle algún crédito o ninguno, pero sí conocer cómo piensa. Nuestro pensamiento nos dignifica y humaniza o nos denigra.

Concluyo con una frase de José Saramago, premio Nobel de Literatura de 1998, que cito en la presentación de mi libro ‘Reflejos de pensamiento político’, publicado en Amazon en 2021, y que dice: «He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro»... yo añado que solo pretendo exponer mi propio pensamiento en el uso del derecho a expresarse de todo ser humano, si a alguien le sirve ahí lo tiene y si no le sirve no pasa nada; pero creo que, como seres pensantes que somos, tenemos no solo el derecho, sino la obligación de compartir nuestras ideas desde el respeto a la diversidad para conseguir fraguar un mundo mejor.

Por último, me ha llenado de inquietud y desasosiego la intelectualmente pobre entrevista entre Trump y el magnate Elon Musk, donde dos individuos de principios cuestionables nos vaticinan un futuro inquietante. Todo está en peligro en favor de una distopía que cada vez parece más posible. Las mentes privilegiadas del mundo intelectual deben reaccionar, tomar la antorcha y alumbrar la senda, si aún no caminan por el mundo de la venalidad.




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lunes, 12 de agosto de 2024

El Molt Honorable President Illa

 

Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado por La Opinión de Málaga el 12 AGO 2024 7:00

Hay que superar las diferencias, hay que allanar el camino al entendimiento, hay que poner sobre la mesa los intereses del ser humano en su conjunto por encima de esas diferencias


Imagen de archivo de Salvador Illa, presidente de la Generalitat de Cataluña / ANDREU DALMAU

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Debo empezar por mi felicitación al Sr. Salvador Illa Roca por su elección como president de la Generalitat Catalana, aunque difícil faena le ha tocado en liza. Cambiar las cosas no es nada fácil y menos cuando se ha producido un choque de trenes, por no decir de egos, como el ocurrido en octubre del 2017, entre el gobierno de Mariano Rajoy en el Estado español y el de Carles Puigdemont en Cataluña, donde se recurrió a la fuerza y las «leyes de desconexión», o viceversa, como forma de resolver el conflicto.

Aún prevalecen en nuestras mentes los hechos violentos, el desencuentro y la controversia que se dio por aquellas fechas, tras una siembra y cultivo sistemático en el huerto del odio y la discordia que salpicó a las propias familias catalanas. Este huerto, al que aludo, hace siglos que forma parte del campo de la política española en Cataluña. Tal vez, para conocer mejor el problema, deberíamos indagar también en la historia de un complejo maridaje que tiene mucho que relatar y que cada cual lo narra a su conveniencia, lo que alimenta el desconcierto y desencuentro. Es interesante hacer una pasada a vuela pluma, pero con sentido crítico y desapasionado, a través de los tiempos, aunque sea desde el siglo XVII hasta hoy, para obtener una visión más amplia del problema y su complejidad.

A mí, en mi infancia, el franquismo me mostró una España ficticia que mostraban como Una, Grande y Libre. Pero resultó que no era una sino la unión, en aquel caso vertebrada por la fuerza, de las Españas o conjuntos de reinos con sus fueros que fueron sedimentando, desde la diversidad, no siempre a gusto de todos; lo de grande ya no lo era, aunque sí lo fue en su imperio y lo de libre no dejaba de ser una expresión sarcástica en un país sometido por las armas a una única, dogmática e indiscutible ideología.

Cuando con 16 años, allá por 1967, emigré a Cataluña descubrí el engaño. Se hablaba otro idioma, tenía otros hábitos y su cultura era singular y con matices diferentes, aunque acogedora, en todo caso dentro del boom del desarrollo industrial y económico al que aportamos la mano de obra necesaria para ese dinamismo. Mi vida cambió sustancialmente, inicié un trabajo fijo y por la tarde acudía al instituto tras mi jornada laboral en una oficina. No era un mundo hostil, pero sí de sacrificio para conjugar trabajo y estudios en el colegio nocturno de los Jesuitas de Caspe-Layetana. Duro tiempo fue aquel del que no hablo por no venir a cuento, pero sí que tuve la oportunidad de estudiar una carrera mientras ejercía una profesión honorable de administrativo. Luego, carrera terminada, casado y con una hija, me volví al sur donde resido desde entonces.

Me interesé por aquella región tan singular, por su historia, sus hábitos y costumbres, su cultura y folclore, su idioma y modos de vida. A los 4 años de mi estancia hablaba catalán, con sus imperfecciones, aprendido en el trabajo y la calle, pues estaba prohibida su enseñanza oficial por el régimen. Entendí que había un sector de la población que reclamaba y defendía la independencia (en torno a 15 %), aunque masivamente el movimiento obrero era contra el régimen reivindicando libertades y derechos sociales y laborales. Confieso que me identifiqué bastante bien con la cultura de fusión que se dio en esa etapa, donde no importaba tu procedencia sino la suma de los esfuerzos de todos para cambiar las cosas, no solo allí, sino en el resto de España. No diré que no había diferencias entre el nativo y el inmigrante, cosa natural, pero existían espacios de encuentro muy interesantes.

Ahora, cuando escucho opiniones sobre Cataluña y los catalanes sean de viejo o nuevo arraigo, me sorprendo por la gran cantidad de gente que opina sin gran conocimiento de esa tierra y su historia, o llevados por sus prejuicios o consignas ideológicas ajenas. Lógicamente considero que cada cual es muy libre de tener su tendencia u opinión sobre el tema, aunque no presente la solidez requerida si no tiene su fundamento en el conocimiento.

En resumen, la singularidad de Cataluña es una evidencia por ser polícroma en un sentido social y cultural y su reconocimiento una necesidad, que debemos acometer con valentía y compromiso considerando esas diferencias.

Siempre defendí que hay tres niveles de relación que se han de observar: el primero alude a la dependencia, que implica sumisión; otro es la independencia como oposición extrema al primero y, el más elemental, positivo y sólido, contempla la interdependencia, consistente en articular un sistema de relación coherente y sólido para que, respetando todas las ideas, como indica la Constitución, podamos tener una justa relación basada en la disposición al diálogo y al pacto racional y razonable. Para ello, todo partido político, en lugar de poner palos en las ruedas, debería aportar su granito de arena y ceder para llegar a la aproximación y el encuentro en el centro del debate.

Hay que superar las diferencias, hay que allanar el camino al entendimiento, hay que poner sobre la mesa los intereses del ser humano en su conjunto por encima de esas diferencias, tanto históricas como actuales, para alcanzar la paz, porque la paz no se impone, eso es sumisión, sino que se alcanza a través del diálogo y el pacto.

De momento se han hecho cosas que se han cuestionado, a veces de forma sistemática por venir de donde vienen y por las formas. Pero la única solución que hay para este asunto, bajo mi modesto entender, es un acuerdo razonable, una amnistía justa y un compromiso colectivo, social, económico y político para alcanzar el consenso haciendo retirar a los políticos que ya están quemados por el fuego de un pasado intransigente. Hoy 8 de agosto hemos vivido el esperpento o sainete del histrionismo propio de un señor egocéntrico que debería, como dijo él recientemente, abandonar la política y retirarse a mejor vida. Las urnas ya hablaron y lo hicieron con precisión.

Ahora, deberíamos facilitar al Molt Honorable President Illa su labor para volver al camino del entendimiento y no de la imposición, considerando lo mucho que han cambiado las cosas con respecto a la crisis del Procés. Vaya, pues, mi reiterada felicitación cargada de mis mejores deseos, para el Sr. Illa y sus buenos propósitos si así lo demuestra. Será un placer poder ver a mi familia catalana y mis amigos distendidos y sosegados socialmente. 

 

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jueves, 8 de agosto de 2024

Habrá otra Hiroshima...

 

Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión el 07 AGO 2024 7:00

Habrá otra Hiroshima...

Son muchos los que intentan justificar el bombardeo de una ciudad como forma de persuadir al gobierno nipón hacia la rendición

 


Una panorámica de Hiroshima momentos después del ataque. / EP

 

Este 6 de agosto se ha cumplido el 79 aniversario de una de las mayores crueldades que el ser humano perpetró, a lo largo de la historia, de una sola tacada. Lo malo es que tras la debacle con tanta muerte y destrucción, con la desolación y el dolor que causó tal hecatombe, no aprendimos la lección. Seguimos sin tomar nota del pasado, sin asimilar nada, con una muestra de irracionalidad palpable. Y lo que es peor, afloran agoreros y seres ponzoñosos dispuestos a crear el ambiente que permita repetir tanta maldad; para ello siembran y cultivan el odio al diferente, que también es el semejante según con los ojos que se mire.

Son muchos los que intentan justificar el bombardeo de una ciudad, o sea de un lugar donde habita el ciudadano civil, como forma de persuadir al gobierno nipón hacia la rendición. No pudieron dejarla caer en otro lugar donde se ubicaran los verdaderos responsables del conflicto, o sea sus mandos y su ejército, sino que tuvieron que hacerlo sobre un espacio vital poblado de inocentes ciudadanos más o menos implicados en la defensa de su país, al menos con su apoyo moral.

Pero las generaciones no transmiten sentimientos y emociones provocados por las propias vivencias, solo las relatan. El dolor, el miedo, la muerte y la debacle, el vivir tanta desgracia, escapa a la experiencia vicaria que deberían asumir las nuevas generaciones. Estas siguen convirtiendo en héroes a verdaderos asesinos por el mero hecho de haber matado más y mejor que los vencidos. Uno se pregunta: ¿qué falla?, ¿por qué no se aprende del pasado?, ¿por qué las viejas ideologías que ya mostraron su malignidad destructiva, su insolidaridad y perversión social vuelven a arraigar en los nuevos corazones?

Creo que esta sociedad poliédrica, donde se conjugan tan dispares intereses, está condenada a la contienda, hasta que no se delimite el perfil del ser humano que debería poblar la tierra, desde el respeto y libertad para vivir en comunión de intereses mediante principios que permitan señalar el bien y el mal en función de lo que, cada uno, aporte al desarrollo y evolución civilizada de un orden mundial humanista y solidario.

La sociedad sólida, de principios dogmáticos, de credos y valores inalienables, que se nos ha venido imponiendo a lo largo de la historia, ha mostrado claramente sus propias contradicciones para el cultivo de una paz razonada y razonable, donde la libertad responsable del ser humano sea el garante de la misma. Tal vez haya que dar paso a la sociedad líquida, mejorando la idea de Bauman, para que los procesos evolutivos sean asimilables desde la transformación que ella permita y que nos veta férreamente la civilización sólida e irrefutable que hemos heredado del pasado.

Nunca en el mundo hubo mayor comunicación, mayor conocimiento, mejor tecnología y medios para hacer de la sociedad un mundo más coherente y coordinado para ser feliz, para entenderse y cultivar la paz. El problema puede que radique en cuales son los objetivos que se persiguen en el planeta y en la falta coherencia para definirlos; en dónde se pone el principal valor de la existencia… en el ser humano o en el poder y dominio de los recursos, el dinero y el conocimiento. Parece que el valor del ser humano ha pasado a segundo orden en beneficio del mercado y la riqueza material.

No tengo mucha fe en que las cosas cambien. Después de Hiroshima vino Nagasaki, y luego, visto el espectáculo y el resultado, se entró en una carrera armamentística a caballo de la paranoia de líderes y pueblos abducidos por ellos. La paz no se firmó, sino que se atrincheraron en sus puestos en disposición de persuadir al otro de que el mal causado en la contienda sería mucho mayor que el beneficio a obtener… pero eso es subjetivo, como muestra lo ocurrido en otras guerras, como Ucrania o Gaza, sin olvidar las ya enquistadas desde hace tiempo, donde se desarrollan escaladas simétricas de imprevisibles consecuencias.

Pero si hay algo que me preocupa por encima de cualquier otra cosa es la estupidez del ser humano, que se deja arrastrar y abducir por ideas superfluas obviando lo esencial y cayendo en las redes de sujetos perversos movidos por el odio.

Habrá, indudablemente, más guerra, más muertes y destrucción, más crueldad y vileza porque el dios del poder así lo demanda, sediento de sangre y muerte solo pretende sembrar el miedo y conseguir la sumisión. Aunque se diga que las armas son disuasorias, estas se hacen para ser usadas, las bombas para ser lanzadas, y la capacidad destructiva para ser mostrada en un momento dado si ello es necesario, según el laxo criterio de quien manda.

Con ello me viene a la memoria la obra de Fiódor Dostoyevski, Crimen y castigo, y cómo defiende Rodión que es lícito el crimen ejecutado por seres superiores, por líderes y mentes privilegiadas, que lo cometerían para salvar a la sociedad de una situación deleznable, de injusticia, o procurarles una mejor vida. Así somos los seres humanos y así nos va y seguirá yendo generación tras generación.




 

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sábado, 3 de agosto de 2024

Tengas juicios y los ganes...

 

Opinión | Tribuna

 


Antonio Porras Cabrera

La Opinión de Málaga, publicado el 03 AGO 2024 7:00

Tengas juicios y los ganes...

La política se mete en la justicia, pero la justicia se mete cada vez más en la política, como dejan en evidencia los acontecimientos que estamos viviendo

Existe una maldición, algunos la identifican como gitana, que alude a esa frase y que se recoge en el refranero español: “Tengas juicios y los ganes”. Según el Centro Virtual Cervantes: “Se refiere a las cuantiosas pérdidas que puede acarrear un pleito tanto si se gana como si no, pues, aunque resulte favorable la sentencia, lo habitual es que no se quede en uno solo, con el consiguiente gasto, que en ocasiones acarrea la ruina”.

Pero no solo hablamos de la cuestión económica sino de la moral, ética y del deterioro que sufre el prestigio del encausado. De todos es sabido que cualquier juicio, en el caso de personas de fama y si son políticos aún más, por el cúmulo de “enemigos” que le rodean, conlleva la pena de telediario; o sea, la imagen difundida del paseíllo del denunciado o investigado para declarar ante el juez y de la publicación en prensa y demás medios, incluidas las RR. SS., de todo lo referente al caso y sus interpretaciones tendenciosas. Una de las víctimas primera y más importantes fue Demetrio Madrid, Presidente de Castilla León, al que nunca se le reparó el daño causado allá por 1986 por una falsa imputación, al que se le absolvió de todos los cargos en 1989.

Esto nos podría aclarar el porqué determinados partidos, y los medios afines, recurren a esta técnica para denigrar al contrincante, descalificarlo y eliminarlo o neutralizarlo. Se les ve el plumero cuando, al escuchar su discurso, observamos cómo emiten sentencias de culpabilidad encubierta, sembrando sospechas y dudas, obviando el derecho a la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario, que tiene todo ciudadano, donde no caben las investigaciones prospectivas. Eso sí, cualquier partido y sus medios afines, tienden a ver la paja en el ojo ajeno y negar la viga en el suyo.

Hablamos en democracia de los tres pilares, que son independientes entre sí, al menos en apariencia, como son: el legislativo (donde reside la soberanía popular), el ejecutivo y el judicial. Esa independencia no es cristalina y sobre todo en los últimos tiempos. Se ve cómo se ha politizado cada vez más la justicia, llegando a bloquearse el CGPJ durante 5 años para mantener una mayoría no ajustada a derecho que beneficiaba al PP. La política se mete en la justicia, pero la justicia se mete cada vez más en la política, como dejan en evidencia los acontecimientos que estamos viviendo, con la intención de condicionarla mediante vasos comunicantes de carácter ideológico.

En la “política judicial” están apareciendo cosas raras, aunque siempre hubo sospechas sobre determinadas conductas según quién y cómo se dictan los autos. Uno, que no es experto en la materia, anda dando vueltas al coco para intentar comprender lo incomprensible, a caballo de las opiniones que va escuchando de expertos en el tema, sean jueces de reconocido prestigio o no, tertulianos y periodistas, o sujetos sospechosos de venalidad por andar claramente defendiendo posiciones con escasa e inconsistente argumentación. En todo caso, a los tertulianos y adláteres, se les ve el plumero partidista por mucho que pretendan esconderlo.

Estamos sometidos a un bombardeo continuo de ideas, argumentaciones interesadas, actos que solo crean confusión, desencuentro y confrontación, cuando no odio. Las noticias, en muchos casos, no solo no se someten a la validación, sino que escapan a la priorización en función de lo socialmente sustancial, ajustándose a lo que importa al interesado. Por poner algún ejemplo, hemos soslayado al caso Koldo, el caso pareja de Ayuso, o el uso de la llamada policía patriótica y actos de espiar y algunos otros casos que salpican y jalona el camino de nuestra democracia, donde los que más tienen que callar son los que más gritan para desviar nuestra propia atención hacia donde ellos pretenden... Ahora, al aparecer, lo más importante es el caso Begoña Gómez, lo que muestra claramente una tendencia a seguir con el acoso al marido, al que ya han demonizado tanto que lo presentan como la antidemocracia. No importa su gestión positiva en determinados campos de la economía, el progreso, el empleo, el incremento del SMI, etc. de eso no se habla, solo de lo malo, que también lo hay, por supuesto. Lo importante aquí es aplicarle la pena de telediario…

Hace tiempo que los políticos perdieron el juicio, o lo que es lo mismo el sentido común y la razón argumental, al manipular y tergiversar la realidad con la pretensión de arrimar el ascua a su sardina. Esta pérdida del juicio se pretende trasvasar a la ciudadanía y, al parecer, lo están consiguiendo, pues cada vez es más manifiesta la confrontación y el desencuentro entre nosotros, los votantes que hemos renunciado a la razón para someternos al dogma que mueve al hooligan, que suele ser el pensamiento enquistado resistentes a la argumentación lógica.

El político ha renunciado a su sagrado deber, que es el solucionar problemas desde la sinergia y ha pasado al ejercicio de la imposición y de la política filibustera, que como usted sabrá alude al obstruccionismo parlamentario, que pretende lograr que el gobierno no gobierne para echarlo y conseguir tomar el poder. Si el país, mientras tanto, queda hecho unos zorros, o se consigue implantar un relato que lo parezca, mejor que mejor, más fácil nos lo ponen para levantarlo, como decía el ministro Montoro.

Estamos en un mundo de vértigo y locura, donde, al parecer, se está perdiendo el juicio, empezando por la política. Pero si la justicia, que ha de velar por mantenerlo en su justa medida, también acaba perdiendo el juicio, bajo el influjo ideológico y político, solo quedará esperar que el ciudadano no enloquezca y mantenga el sentido común; o sea, la cordura, ante los ataques y las escenificaciones teatrales, donde el juicio se muestre en el ejercicio de la soberanía popular mediante la argumentación y el voto. Si perdemos el sosiego y entramos en la locura acabaremos a tortazos, si no a balazos, que es lo peor.

Cuesta mantener la mente fría ante tanto cinismo y despropósito, ante tanta manipulación e intentos de abducción. Ahora nuestro juicio es enjuiciar los hechos desde la libertad de pensamiento para discernir sobre la verdad, pero… “tengas pleitos y los ganes”; o sea, que la maldición del refrán ya se cierne sobre todos nosotros, aunque no perdamos el juicio. Yo ya, desde hace tiempo, procuro tener a mano mi cedazo para cerner la verdad, pero es tan difícil…

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jueves, 1 de agosto de 2024

Soledad

 


 


SOLEDAD


Ábreme la puerta de tus ojos, soledad,

que quiere evadirme de este mundo

cargado de ponzoña y de maldad,

que quiero encontrar bajo tu manto

el candor del sosiego y de la paz

guardada en las entrañas para amar.

 

Brota por doquier la hipocresía

de la gente falaz en su bondad

de credos y de dogmas que defienden

faltando al humanismo y la verdad.

 

Son gente que intoxica con su verbo

que siembra el desencuentro en los demás

que busca imponernos sus pecados

en un extraño rito misional.

 

Eremita seré junto a tu lado

apartado de este mundo irracional

de necios y perversos endiablados

que no saben ni siquiera dónde van.

 

Doctores de la nada fabulando

pretenden elevarse en un altar

como dioses ególatras y fatuos

que encubren su pura nimiedad.

 

El espíritu de Shiva se difunde

y Ares en su lucha se ha encarnado

en un mundo de odio y de maldad

donde ya reina la guerra como el arte

de asolar, destruir y devastar.

 

Este mundo ya no es mundo de promesas

ni siquiera de esperanza y libertad

es un mundo de dolor y de pobreza

donde solo te protege tu propia soledad.

 

¡Soledad, soledad!, abre tu puerta

déjame entrar en tus entrañas,

reposar en tu tálamo nupcial

donde guardas entre tules y fragancias

el inalienable derecho a meditar

para al fin encontrar mi libertad.

 

 Málaga, 31 de julio de 2024

© Antonio Porras Cabrera

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

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