Hoy se nos ha ido el año que ayer fue,
camina por la calle del olvido
triste, culposo y compungido
por el daño y sufrimiento que
sembró
en el huerto del dolor y del
suspiro.
Frío invierno, sangre, muerte y
destrucción
un trágico legado de odio y de
lamento
en aquellos corazones inocentes
temerosos al poder de los misiles
que envían cuan regalo envenenado
psicópatas malévolos y viles
que ejercen el dictado del poder.
Petulantes, pretenciosos y
perversos
destruyen por su mano el universo
como dioses presumidos del Olimpo,
mas lo son de un Hades infernal
que siembran y cultivan solo el
mal.
¿Qué será del año venidero
que se observa en lontananza
oscuro y entre nubes escondido
cuan ignota promesa de esperanza?
¿Surgirá la flor en primavera
ofreciendo su perfume de azahar?
¿Volverá el sosiego y el consuelo,
el zumbido de la abeja con su vuelo
en busca del néctar a libar?
Mas siempre tendremos el anhelo
que se acuna en las almas
bondadosas
dispuestas al cultivo de la paz.
© Antonio Porras Cabrera
Fin de año 2022