jueves, 9 de enero de 2020

Análisis de la actualidad política desde el desconcierto.



Políticamente ando un poco confundido, o confuso, espero que me comprendáis. No lo digo por mis propias convicciones sino por las de los demás, por las de aquellos que yo creía estaban en la onda democrática, pero que siempre sospeché que lo estaban a regañadientes.

El concepto de democracia parece que no ha calado en la población, tal vez sea porque, durante todos los años vividos en ella, no hemos sido capaces de establecer, mostrar y enseñar los principios democráticos a la ciudadanía en general, desde la infancia, y a los propios políticos que nos representan en particular.

En los años 70, a la muerte de Franco, parecía que se había producido el milagro de la conversión de San Pablo. Un rayo democrático tiró del caballo al franquismo y vieron claro que el sistema, el dios terrenal de la convivencia, era la democracia. Salvo algunos grupos bajo la batuta de un exaltado notario que quedaron fuera del sistema por su escasa relevancia representativa.

Asumieron los principios democráticos de la soberanía popular y el pueblo dejó de ser súbdito para convertirse en soberano. La vieja institución monárquica de los borbones, instaurada en el siglo XVIII de la mano de la guerra de sucesión y apoyada por el abuelo absolutista, el rey Sol francés, renunciaba a esa potestad de soberano para convertirse en una institución casi simbólica, mantenida por los españoles como tributo a la paz y el entendimiento entre las diversas posiciones políticas. Tuvo la habilidad, eso sí, de conseguir que también cayeran del caballo las fuerzas republicanas y la luz de la monarquía parlamentaria relevara a los principios republicanos.

En este trance, se entendió que todos los españoles, por el hecho de serlo, podía ejercer en libertad sus derechos políticos, incluyen el derecho a disentir hasta de la propia Constitución. O sea, usted, querido ciudadano, es soberano en el uso de la alícuota parte que representa con su voto. Pero eso lleva implícito el respeto a las otras alícuotas partes de los muchos millones de ciudadanos que comparte la responsabilidad en el uso de la soberanía popular.

A tal efecto y para que establezcan un orden convivencial y converjan en acuerdos de gobernabilidad, se les otorgará el derecho a elegir a sus representantes al parlamento, que es el lugar sacrosanto donde se ejerce la democracia, donde cada diputado es legítimo representante de la ciudadanía sin excepción alguna, o sea que cuando usted insulta o alaba a un diputado está insultando o alabando a quienes lo pusieron allí como representante legítimo.

Si algo de importancia vital tiene la democracia es el respeto a las diferencias, a los que piensan diferente, comprendiendo que ellos tienen el mismo derecho que tú dentro del Estado. Aquí hemos de incluir a todos los miembros o partidos, sin excepción, que integran el arco parlamentario, puesto que si están allí es porque la Constitución los ampara. Siempre queda el recurso, en caso de sospechar que son anticonstitucionales, de llevarlos al Tribunal Constitucional, creado exprofeso para dilucidar asuntos relacionados con la constitucionalidad.

Con todo lo que hemos vivido en estos días y que parece se avecina, a mí, en concreto, me está replanteando este sistema democrático fallido, poco consistente en su esencia y nada respetado por los que deberían respetarlo, o sea por los propios políticos encargados de implementarlo.

Esas descalificaciones, insultos y expresiones variadas sobre el pensamiento político de todos y cada uno de los representantes, que bajo mi criterio son legítimos en el uso de la libertad de expresión que avala y justifica el sistema democrático, dejan en evidencia a quienes los manifiestan. Es coherente cada discurso con el pensamiento político del discursante, que queda retratado en la expresión de su pensamiento. Es ahí, donde el ciudadano debe leer y discernir si el político se ajusta al derecho democrático o si es un farsante que está allá para dinamitar la propia democracia. Cuestión que se observa en su actitud de respeto al conjunto de la ciudadanía, sus representantes y las leyes que sustentan el debate, entendiendo que en el propio debate está incluida la posibilidad de cuestionar esas leyes y la libre expresión del pensamiento. Yo no tengo nada que objetar cuando una señora, en este caso la señora Bassa, dice que tiene a su hermana en la cárcel y que, desde un punto de vista personal, a ella le importan un bledo la gobernabilidad de España, dado que es realmente lo que piensa. Esa sinceridad es de agradecer por la información que te aporta.

En este sentido, me parece maravilloso que el de Bildu diga lo que dice si es que lo piensa, y lo dice con la palabra no con una pistola; que el de VOX exprese su discurso manifestando sus ideas, para muchos antidemocráticas e inconstitucionales (cómo se atreven a calificar de ilegitimo a un gobierno surgido del parlamento… uy, uy, uy… cuidado que la Constitución está avalando ese acuerdo); que la señora Oramas haga lo contrario a lo que pactó su partido (allá ellos con la gestión del caso, aunque a mí me choque su deslealtad); que el PP se ubique ideológicamente en la defensa de determinados postulados cercanos a VOX ante el temor al sorpasso de sus hijos pródigos; que la señora Arrimadas siga con la tendencia inaugurada por su antecesor y, en un alarde nada democrático ofrezca los votos del PP para una alianza que el otro ya niega, y otras lindezas; o que los independentistas, que lo eran antes en menor cuantía representativa, manifiesten su deseo de ser independientes e intente conseguirlo, otra cosa es que se ajusten o no a la ley y que un posible juicio se ajuste a la justicia. Y cómo no, que el PSOE pacte con quien le dé la gana dentro del arco parlamentario, que acuerde lo que estime conveniente si es ajustado al marco legal. Pero no me parece lícito, o al menos políticamente ético, que nos quieran hace comulgar con ruedas de molino.

Visto el panorama que describo en el párrafo anterior, aflora la responsabilidad y el derecho del ciudadano a discernir y valorar las conductas democráticas o no de nuestros políticos. Nosotros no debemos ser hooligans llevados por el componente emocional sino por la razón y la responsabilidad democrática, comprendiendo que estamos inmersos y viviendo en una sociedad diversa, transversal, históricamente pluricultural, de libertad de pensamiento, de credo e ideologías, deberemos ser consecuentes, y, sosegadamente, valorar la situación para sobreponer la convivencia, el entendimiento y la paz que nos permita vivir en concordia social.

Finalmente, he de reconocer que la mayoría de los políticos me han defraudado, no por lo que han dicho, que están en su derecho de decirlo, sino por la forma, por cómo lo han dicho, groseramente, con descalificaciones antidemocráticas y con insultos en muchos casos, y, por otro lado, por dejar de manifiesto su poca afinidad, en algunos casos, con la filosofía democrática que rige nuestro sistema político parlamentario.

Tal vez la culpa sea nuestra, sobre todo, por no haber usado estos años de “democracia” para enseñar lo que es la verdadera democracia a un pueblo que surgió de las tinieblas de una dictadura. Solo hay que darse una vuelta por los muros personales y de debate en este invento del Facebook, para ver cómo se siembra el odio, aflora la hiel, se mata la razón para avivar sentimientos de confrontación y desencuentro, se creen y dejan arrastrar por las “fake news” y van siendo socialmente tóxicos. He visto como a gente, de un cierto grado de valor intelectual, defender que los españoles han sido traicionados por Sánchez… a qué españoles se refiere, ¿no sabe que hubo unas elecciones cuyo resultado es este? ¿y si lo sabe por qué lo niega? ¿Dónde está su ética democrática llamando al “tamayazo” traicionero, a la desobediencia y al rechazo de los resultados electorales?

En el fondo subyace una actitud de tolerancia con el pensamiento ajeno, siempre que no alcance el poder y se mantenga como una expresión testimonial de lo diferente, de su existencia divergente, pero a modo de Pepito Grillo, despertando conciencias pero no ejerciendo de gestores y gobernantes que modifiquen el estatus quo. Pienso que la sombra del pasado sigue planeando sobre nuestras cabezas, en esta cultura social, donde no acabamos de asimilar el respeto a las diferencias, a la justicia y la memoria de una historia que los ancla a un pasado de injustica y represión de las ideas, de la libertad de pensamiento. No acaban de defender claramente los valores sociales que conformen los principios fundamentales de una sociedad moderna, democrática, de progreso humano y desarrollo del ciudadano en su individualidad y, también, por supuesto, colectivamente. La riqueza para los ricos, la pobreza para los pobres. Desahuciamos de su vivienda a un ciudadano para entregársela a la banca, donde sus directivos, con omnímodo poder, tienen sueldos astronómicos, que podría garantizar la subsistencia de varias familias de por vida, sin buscar una solución de habitabilidad al desahuciado, cumpliendo el mandato constitucional de una vivienda digna para el ciudadano arrojado de su casa por la crisis, que incremente el poder económico de los ricos.

Por otro lado, ahora que estamos en Europa, que hemos roto la muralla de los Pirineos, que podemos y debemos beber del espíritu europeo e integrarnos en su dinámica definitivamente, rompiendo etiquetas del pasado, volvemos al espíritu de la reserva espiritual de Europa y hay algún partido que niega la mayor, como es el sometimiento al vínculo de leyes españolas y europeas y pide volver a colocar la frontera en los Pirineos.

Y para terminar querría hacer alguna observación respecto al resultado electoral y la salida a la gobernanza necesario del Estado. Si no me equivoco el resultado electoral, en cuanto a diputados, ha sido: 120 PSOE, 89 PP, 52 VOX, 35 UP, 13 ERC, 10 Cs, 8 JxCat, 6 PNV, 5 Bildu, 3 Más país, 2 CUP, 2 CC, 2 NA+, 1 BNG, 1 PRC, 1 Teruel Existe. Total 350 diputados y 16 formaciones políticas. 

Podemos hacer bloques afines por el presumible voto y luego se verán las alianzas directas o indirectas:
Claramente Izquierdas; 120 PSOE + 35 UP + 3 Más País = 158.
Claramente Derechas: 89 PP + 52 VOX + 10 Cs + 2 NA+ = 153.
Otros, con los que cabría negociar: 49

Resultado final investidura:
Síes a favor investidura: 120 PSOE + 35 UP + 3 Más País + 6 PNV + 1 CC + 1 BNG + 1 TE = 167
Nóes en contra de la investidura: 89 PP + 52 VOX + 10 Cs + 2 NA+ + 8 JxCat + 1 CC + 1 PRC + 2 CUP = 165.
Abstenciones: 5 Bildu + 13 de ERC = 18

Bien, ya tenemos los datos ahora viene el análisis:
En el grupo del PSOE no ha votado ningún independentista. En el grupo del PP votaron JxCat y la CUP, pero como oposición al PSOE no como apoyo al PP, así pues el PP no tendría nunca la posibilidad de formar gobierno salvo que lo apoyara la izquierda, que es la que ha ganado las elecciones, cosa poco probable ni lógica, pues eso sí sería una traición a sus votantes. Por tanto, observo los siguientes puntos:

  1. Boicotear al único gobierno posible es un acto de irresponsabilidad, ya que podría llevar a otras elecciones de las que serían los únicos responsables.
  2. La única alternativa a un gobierno donde no se abstuvieran los de ERC y Bildu, sería apoyando ellos al PSOE. Si no lo hace lo condenan a tener que pactar esa abstención, que es un apoyo por pasividad.
  3. ¿Deberían haber abierto la puerta a la negociación desde el primer momento en lugar de negar su abstención bajo ningún concepto como expreso el secretario general del PP, Egea?
  4. ¿Puede la señora Arrimadas ofrecer una solución por la derecha ofreciendo ella los votos del PP?
  5. ¿Han procurado que todo saliera así para poder hacer una oposición de trincheras y crecer para las próximas elecciones pensando en su partido pero no en España, ni en las soluciones que requiere la convivencia dentro del Estado?
  6. ¿Ha sido el miedo a VOX lo que ha impedido al PP la abstención, aún sabiendo que el PSOE se abstuvo pagando el precio de una crisis interna?
  7. En todo caso, es evidente que han forzado al PSOE a elegir esta salida por no haber alternativa.
  8. Por tanto, acusar al PSOE de pactar la abstención de los independentistas de ERC para llegar al poder, es una acto, al menos para mí, de puro cinismo político, que el ciudadano debería valorar en su justo término.
  9. La lealtad institucional es el acto más patriótico en el mundo de la política.

Dejo aquí el tema con lo que pienso, no es más que mi opinión y cada cual debe tener la suya. Mas si el pueblo no es capaz de comprender que la vida y la convivencia solo lleva al progreso si hay entendimiento y respeto a la diversidad; si los nacionalismos no dejan paso al encuentro en lugar de a la segregación o a la sumisión incondicional; si no se articula la interdependencia en lugar de la independencia, y se cultiva la confrontación y el divorcio en vez de las sinergias de los pueblos para caminar en un proyecto de interés común, el fracaso de la política será evidente… es más el conflicto lo romperá todo hasta ir sembrando el odio y el rechazo que pueden conducir a justificar la más violenta de las reacciones. Tu amable vecino podrá ser, en el futuro, tu odiado vecino al estilo serbobosnio.






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