El
PSOE se juega mucho en estas primarias a la Secretaria General. Lo malo es que
no solo es el PSOE sino todo el sistema político, incluyendo la derecha del PP.
El ataque descarado y fulminante que ha realizado Podemos por la Izquierda ha
arrollado a la agónica socialdemocracia en la que González reconvirtió el
socialismo heredado de Pablo Iglesias, pero del fundador del PSOE, no del Pablo
Manuel Iglesias Turrión de Podemos. Tal vez el aparato del partido se ha
alejado demasiado de sus bases y no ha sido capaz de ver cómo Podemos
colonizaba el vacío ideológico que iban dejando, conforme se aliaban con el
neoliberalismo de la mano de grandes empresas que acogían en su regazo a los
líderes socialdemócratas que dejaban los gobiernos, aunque no la política. Esa sospecha
de traición a los principios ideológicos del Iglesias histórico y fundador, ha
ido calando en la ciudadanía y muchos militantes que, en un goteo continuado,
han ido abandonando el partido desde los viejos tiempos. Han sido la mitad de
sus militantes los que abandonaron la organización desde 2004 hasta ahora. El
movimiento de los indignados acabó dando la puntilla a un partido que se estaba
desangrando y era incapaz de ver la realidad, incluso, que se estaba dando en
toda Europa, sobre todo en Grecia.
Parece
que según el resultado que se obtenga en estas primarias las cosas podrán ir a
peor o a mucho peor. La cuestión está en conseguir captar a los votantes
perdidos en un giro a la izquierda o querer pescar en un cercado con dueño,
como es el PP y CS, que son su elección natural, salvo que el PSOE se quite la careta
y aparezca un partido neoliberal al uso. Lo absurdo es que en estos momentos
anden echando la culpa al pobre Pedro, víctima propiciatoria, o chivo
expiatorio en el altar sacrificial, para muchos. Pedro heredó un partido
“partido”, roto, y en declive cuando zapatero, que ahora aparece de cuando en
cuando para dar su crédito a Susana, sufrió el descalabro proyectado en
Rubalcaba. Era difícil mantener el tipo ante Podemos en las elecciones de 2015,
dada la evolución de la cosa.
Podemos
representaba lo prohibido para el sistema, el cuestionador de la solución de la
crisis y un elemento al que no se lo podía permitir llagar al poder hasta que
se hubiera reconvertido en una partido leal y manejable… o sea, que abandonara
el populismo del que se le acusó. Los poderes fácticos no tuvieron la habilidad
suficiente para ver que el problema se les escapaba de las manos y les iba a dar
más de un quebradero de cabeza. Por ello empezaron a tomar medidas ejemplarizantes
pasando de la tolerancia al acoso y derribo de los movimientos de los
indignados. Por un lado machacaron al podemos griego para acojonar a los
seguidores de la movida. Por otro, demonizaron a Podemos y lo venezolaron (no creo que exista el verbo venezolar, pero
me lo permito como licencia propia) incluso lo “iranizaron” en una alocada
carrera del periodismo venal; además, y dado que la indignación era
transversal, o sea que afectaba también a los votantes de derecha, crearon su
propio partido para que desembarcaran allí sus indignados y apareció con fuerza
un partido insignificante hasta ese momento, como era Ciudadanos. En fin,
gestionaron la cosa para cambiar sin cambiar nada.
A
todo esto, el PSOE desorientado y temeroso del sorpasso que no consiguiera
Anguita pero que podía conseguir Iglesias, no daba pie con bola. ¿Jugamos a la
izquierda o nos derivamos a la derecha cargados del pragmatismo que se
desprende de la convicción de que esto va para donde va y no hay quien lo pare;
es decir, que hay una globalización que arrasará con todo e impondrá sus normas
queramos o no, que la democracia está descafeinada desde hace tiempo y jugamos
a un nuevo sistema donde la elección no será libre sino condicionada por lo que
hay, te guste o no? O sea, ¿Nos entregamos definitivamente? Al final estalló
todo, el partido explosionó y el dramatismo se adueñó de Ferraz entre gritos,
señora del sur, colega de Susana, reivindicando la máxima autoridad, etc, y
amenazas y poco debate y nada de acuerdo… la suerte estaba echada y solo había
que articular la forma de cargarse al Secretario General que, aunque hubiera
olfateado el problema y la desafección, estaba carente de recursos para parar
al aparato. La Gestora pasó a dominar la situación con la connivencia andaluza.
Pongamos un asturiano al frente para liberar la presión sobre el sur, aunque el
pacto estaba hecho y había que reconducir la situación con garantías de éxito…
¿Cuándo? cuando sea posible, dejemos que se enfríe la cosa y mientras vayamos
construyendo el edifico del futuro.
En
todo este batiburrillo, un manto de sospecha se ha instalado sobre Susana por
su forma de provocar y gestionar la crisis del partido, sospechosa de ser la actora
principal, incluso de hacer el descosido para ofrecerse a coserlo de nuevo. Los
cantos de sirenas de los barones y prohombres forjados en el ejercicio del
poder, de los factótums del partido, sobre los que se cierne, también, la
sospecha y la desconfianza de las bases y, lo que es peor, de la ciudadanía en
general que es quien vota, se evidenciaba y se siguen evidenciando. No parece
que el haberse rodeado de ellos en su presentación en Madrid le haya sido de
gran provecho, pues hay mucho militante, y más ciudadanos que no lo son, que
empiezan a rechazar a las viejas glorias, o ya las rechazaban por cómo han
desarrollado su proceso evolutivo en el poder y la sociedad, enriqueciéndose en
algunos casos de forma poco clara.
Para
muchos militantes, al menos de los que yo conozco, no digo para todos, claro está,
y para una inmensa cantidad de votantes no militantes, la actuación permitiendo
el gobierno del PP ha sido lamentable, ya que se han sentido traicionados, facilitando el acceso al poder del PP con su abstención o pasividad, cuando prometieron en
campaña que no lo apoyarían nunca. La
Gestora, en esa lucha interna, a veces irracional al cambiar su posición
programática inicial y castigar a quien votó lo prometido al ciudadano, se ha
lucido para muchos y ha perdido credibilidad, si es que la tuvo alguna vez,
salvo de los que apoyaron el “cuartelazo”. Este “automayazo” es incomprensible
para todos los que ahora defienden a Pedro, que no es que sea el sumun de las
capacidades como líder, pero sí el que más se ajusta a los defensores de la
esencia socialista, según ellos.
En
estas circunstancias, las bases se revuelven sabedores de que el lazo que les
viene desde la izquierda puede estrangularlos, de que el tan cacareado rearme
ideológico, que se viene reivindicando desde hace años, no será posible si no
se busca una alternativa nueva y creíble para renovar a los barones y el
aparato dominado por los históricos, que generan rechazo en la izquierda
política, incluso en la socialdemocracia. Piensan que si se quiere defender la
existencia del PSOE se ha de cambiar para evitar ser fagocitados por la
izquierda y derecha. ¿Pero cómo defenderse del acoso? Si nos paramos a pensar
veremos que el discurso de Iglesias y los suyos es casi una copia del que
tenían González y Guerra en los años 80 para desbancar a la derecha heredera
del franquismo. Si es que se vuelven a remover conciencias, ideologías
fundacionales, posicionamientos sociales y políticos que habían perdido su
vigencia por la actuación y acomodo al poder. Podemos puede hacer daño… o hay
rearme ideológico o todo se va al garete. El amante del PSOE a toda costa, se
pregunta qué hacer para evitar la hecatombe y muchos creen, como decía antes,
que se ha de hacer un rearme ideológico sin los actores del pasado, que deben
retirarse o ejercer de jarrón chino, como dijo González en una ocasión.
La
cosa se complica cuando alguno de los otros históricos, como Pepe Borrell, plantea la necesidad imperiosa de entenderse con Podemos a medio y largo plazo
para aglutinar a la izquierda, puesto que esa realidad ya no se puede obviar,
dado que ahí militan hasta los propios hijos, formando un movimiento de
futuro. Estos hijos rechazan que la España intransigente y nacionalista se siga
fundamentando conceptualmente en súbditos y no en la soberanía de los ciudadanos
libres; lo que lleva al PSOE a plantearse tomar partido por la soberanía
popular y su ejercicio.
Por
tanto, el PSOE está condenado o a entenderse con un Podemos más o menos
suavizado, sin la osadía, chulesca para algunos, de Pablo Iglesias y sus
incondicionales. Tal vez Errejón con su pragmatismo y estrategia fuera más afín
a un PSOE renovador y facilitara el encuentro. La cuestión está en que si no
hay entendimiento con la izquierda que representa Podemos, si no aparece un
líder que pilote el nuevo PSOE para frenar la sangría, estará condenado a la
oposición o a apoyar un gobierno de la derecha jugando siempre en el margen
derecho de la política, sabiendo que allí solo le queda ser la muleta donde se
apoyen el PP y CS.
¿Qué
pasará si gana Susana y deja el vacío a su izquierda? ¿Qué pasará, si gana Pedro, con la posición del aparato, la gestora y las viejas glorias?
Nosotros,
a pesar de los análisis que se puedan hacer ahora, solo nos queda esperar a ver
que deciden los señores y señoras militantes y obrar en conciencia. Al fin y al
cabo son cosas del PSOE y sus militantes… De todas formas siempre será
complicado gobernar a un país tan diverso, que tiene 62 denominaciones de
origen de vinos…