Me viene a la memoria una de las historias o cuentos más
leídos y comentados de las Mil y una noches, esa fantasía escalonada que permitió a su relator vivir mientras tuviera
materia y relato para mantener el interés de su verdugo. Mil y un cuentos que
le sostuvieron la vida.
¿Y por qué me viene ahora, precisamente, este recuerdo a la
mente? Ábrete Sésamo era la frase mágica, la clave, o lo que hoy sería llamado
el PIN de acceso a la cueva de Alí Babá y sus cuarenta ladrones. ¿Será porque
ha comenzado la campaña electoral para las municipales y autonómicas? Es posible que así sea. Todos quieren que les
demos el PIN de acceso a las instituciones con nuestro voto para poder decir en
sus plenos y gobierno el “Ábrete Sésamo” que permita el acceso a la cueva. Pero una vez dentro, la pregunta
que nos hacemos es ¿qué hará cada cual? Pueden seguir robando el tesoro de la
ciudadanía… o pueden limpiar y adecentar esa cueva para hacerla habitable,
honrada y almacén garante de los intereses del pueblo. Ese es el dilema. En
quién confiamos para que sea esto último y no lo primero.
Estamos acostumbrados a desayunarnos cada día con una dosis,
que ya va siendo sobredosis, de corrupción, de latrocinio, de los que no solo
meten la pata con sus errores, sino la mano con sus conductas que, a la vista
de la reincidencia sistemática, podríamos catalogar como cleptómanas. Quien mete
la pata, quien se equivoca en sus decisiones políticas se descalifica para
ejercer el gobierno de los pueblos y debe marcharse y dejar a otros más
competentes, pero quien mete la mano debe ir a la cárcel por ladrón y devolver
lo robado y ser condenado por sus actos sin distinción, clase o casta. Aquí, en
este país de picaresca, siempre se dijo: “No me des dinero, ponme donde haya”
es decir, dame el poder de controlarlo que ya veré yo qué hago…
La campaña, al menos bajo mi punto de vista, tiene su mayor
sentido para los que aparecieron, para los nuevos o emergentes, que aún no han
establecido sus compromisos claramente, por lo que nos gustaría saber qué
pretenden hacer, cuál es su programa y después, desde una interpretación
subjetiva, valorar su nivel de credibilidad. Ahora, estamos en el momento de
las mentiras, de las promesas a no cumplir con la excusa posterior de lo que
fuere. Eso lo hemos vista en esta legislatura de principio a fin. Siempre la
culpa acaba siendo de los demás, y cuando se les coge en un renuncio se
revuelven, manipulan la información y tiran pelotas fuera de la mano de sus
venales colocados en sus medios afines. Son esos impresentables, algunos
llamados periodistas, que trabajan para ellos, que magnifican la paja en el ojo
ajeno y tapan la viga en el propio. Son tertulianos que se definen periodistas,
deshonrando a la profesión, pues se comportan como políticos defendiendo
ideologías sectarias, que les lleva a perder la objetividad que debe mantener
el periodista cuando debate.
Ahora es peligroso ver la tele. Saben más que nadie de
comunicación, de manipulación informativa y de creación de opinión pública.
Maximizan lo que les interesa y minimizan lo que no. Saben que una mentira
repetida mil veces se acaba convirtiendo en verdad para quien tiene una baja
capacidad de criterio analítico. Tal vez, para reflexionar, debamos apagar la
tele, sentarnos plácidamente y empezar a valorar todo lo pasado: cómo estábamos
y estamos, quién se ha beneficiado de la crisis, qué calidad de trabajo se
tiene, quién saca mejor producto del esfuerzo que se ha hecho, qué clase social
ha cargado con el peso de esa carga… pero sobre todo, para qué sirve un Estado,
cuáles han de ser las líneas de actuación respecto a la defensa de los intereses
y de los derechos constitucionales de la población, quién defiende una
democracia real, quién nos genera confianza, etc. Sabemos de dónde venimos,
pero no a donde nos llevan, aunque se intuya y se vea en cuanto nos paramos a
pensar. Sabemos quien domina los hilos del poder, quien está detrás de todo y
cuáles son sus intereses y servidores., quienes son los sufridores y los
beneficiados. La cuestión es cómo somos capaces de votar al verdugo, al que nos
engaña, a quien nos guía hacia otra dimensión de injusto reparto social de la
riqueza, a quien gestiona sin luz y taquígrafos, sin criterio de oportunidad
social, los dineros del contribuyente.
A veces nos encandilan con las cosas bonitas que se han hecho
en nuestras ciudades, que las hay, claro está. Pero no nos dicen cuánto han
costado, cual es la deuda que han generado en nuestras arcas con esas
actuaciones, o qué otra cosa mejor se podría haber hecho con ese dinero, que
puede haber sido malgastado en obras faraónicas de difícil justificación. La
gente vemos lo vemos, pero no lo que hay detrás. Vemos la imagen pero no lo que
costó, ni las mordidas que dieron muchos de ellos para sí mismos o sus partidos. Eso solo sale a relucir cuando aflora un
conflicto que trasciende a lo judicial y casi siempre viene dado por el llamado
fuego amigo, o sea, por los suyos propios que andan desencantados con el
reparto del pastel.
Difícil nos lo están poniendo. No sé si en el lodo del fondo
de río estará la pepita de oro. Habrá que cribar, cernir y limpiar. Habrá que
buscar por si existiera en este cauce, pero si no fuera así deberemos cambiar
de río, ir a otro río que nos muestre, al menos, la posibilidad de encontrar en
su cauce esa pepita de oro que nos salve de la miseria. Para ello tendremos que
encontrar quien limpie la cueva y la convierta en caja fuerte donde guardar
nuestros derechos, nuestros dineros, nuestra solvencia y desarrollo social,
económico e intelectual.
Este pequeño poema, cargado de sarcasmo e ironía, es un
resumen de este pensar:
Yo conozco a un antotao
que no nos sirve pa na
se presentó a diputao
y salió de concejal,
mira si anda despistao.
Siempre le gustó la juerga
y vivir sin trabajar
también el juego y monserga
gozando de un buen yantar
y del uso de su verga.
Anduvo con esperanza
y agarrao a la botella
le fue creciendo la panza
hasta creerse una estrella
basado en esta alianza.
No es un caso singular
pues entre gente que manda
siempre podrás encontrar
sujetos de esta calaña
que te quieran engañar
con su arte y con su maña.
Mas los pocos que hay honraos
como no se los liquiden
yo creo que van apañaos,
salvo que los eliminen
todos serán condenaos.
Ahora vienen elecciones
y nos querrán engañar
con promesas y canciones
de un
programa pa soñar
y ganar las votaciones.
Eres tonto si tu al tonto
lo pretendes apoyar
pues al final quedará
el tonto como buen listo
y el votante tonto está.
La cueva de Alí Babá
formará el alojamiento
de chorizos y ladrones
si queda el ayuntamiento
como en otras ocasiones.
Yo me lo voy a pensar
veré detenidamente
quien es bueno pa mandar
sin hacer como Vicente
que para evitar pensar
iba donde va la gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario