En mi entrada anterior aparece un poema donde, en los últimos versos, hablo del “intento de fraguar otro escenario”. Este es un esbozo simple, falto de mayor análisis y reflexión, sobre ese posible escenario que, entiendo, es imprescindible desarrollar para escapar de esta fuga hacia adelante en que nos ha metido la crisis, antes de que se produzca el colapso definitivo del mundo.
Hace algún tiempo, en una conferencia de una buena amiga mía, catedrática de economía, junto al también catedrático Juan Torres, se planteó la idea de una humanización de la economía ante la crisis actual. Alguien defendió el concepto de capitalismo humanista en contraposición al capitalismo salvaje, mercantilista y darvinista en sentido competitivo.
Yo creo que el capitalismo, por definición, no puede ser nunca humanista, salvo para limpiarse la cara y presentarse, en plan bonanza, como caritativo, que, al fin y al cabo, es lo que ha venido haciendo hasta ahora de la mano de los principios y valores de nuestra cultura judeo-cristiana, separando lo espiritual de lo material, como si ello fuera posible… “Al Cesar lo que del Cesar y a Dios…hasta mañana”.
La economía humanista, que propongo, rompe con el capitalismo y su estilo de producir y gestionar las empresas, en su forma de competir y de manipular para colocar el producto en el mercado y ser vendido para obtener beneficios económicos sin importar otra cosa. No van por ahí los tiros en la actualidad. Este sistema ha colapsado y andamos influidos por el grito de ¡¡SÁLVESE QUIEN PUEDA!! El problema es que estamos en un mismo barco y este hace aguas. El Titanic se hunde y, tal vez, los que lleguen primero a las balsas, o consigan un salvavidas, puedan jugársela con mas garantía, pero… ¿dónde encontraremos otro barco? Puede que el que no se hunda con el Titanic acabe muerto de frío en las oscuras y heladas aguas de la noche económica…
Por tanto, mi alternativa, que no deja de ser la de un idealista pensador sin grandes conocimientos económicos, pero amparado en su concepción social, desde la perspectiva que me ha otorgado mi formación en psicología social y mis propias convicciones, fraguadas y consolidadas a lo largo de mi vida en su sentido más amplio, pretende vislumbrar un nuevo marco de relación social, un nuevo contrato social que haga cambiar la cultura organizacional de esta sociedad a la deriva.
Pienso que hay dos elementos básicos en toda organización, sea de tipo social, empresarial, religioso, etc. Uno es el sustento o soporte ideológico, donde se define su misión, los objetivos básicos que justifican su existencia, donde se enmarcan las ideas y pensamientos que fraguan su cultura organizacional y que establecen los cauces por los que debe discurrir la organización para conseguirlos. Es, por tanto, la parte de la filosofía que da cuerpo doctrinal a la organización. Por otro lado estaría la parte operativa, la instrumental, el cómo se estructura y organiza para poder implementar esos objetivos. Esa estructura social debe hacer viables los fines para que se cumpla la misión que abona el dinamismo de la sociedad. Veamos qué elementos conformarían, para mí, esa economía humanista:
Marco ideológico.- Como he comentado se trata de la filosofía que define la cultura organizacional, las formas, los principios, los valores, los macro objetivos... en suma, lo consustancial del grupo social en la línea del progreso colectivo hacia la misión que se define y acepta como básica y primigenia del desarrollo personal y social, del desarrollo humano.
Paro, ¿Cuál sería este marco? Entiendo que las constituciones que rigen a los estados son la base donde se definen las leyes de la convivencia, pero estas han demostrado sobradamente ser injustas e incapaces de dar respuesta a las necesidades de un nuevo mundo, de una nueva forma de relacionarse desde la madurez social. Por tanto habría que redefinirlas, cambiarlas, hasta hacerlas más justas, más democráticas y más sociales, escapando de la trampa que les ha tendido el sistema capitalista. Sugiero algunos puntos a considerar:
1. El ser humano es el elemento clave de la sociedad, sobre el que pivota toda decisión y orientación, para buscar su desarrollo personal como valor enriquecedor del sistema.
2. La sociedad está fraguada por las personas antes que por las cosas o los territorios. Por tanto se cultivará el SER sobre el TENER.
3. La propiedad privada está limitada y sometida al bien de la sociedad en su conjunto.
4. Toda actividad empresarial ha de ir orientada a satisfacer las necesidades humanas en la línea del desarrollo humanista.
5. El motor de la sociedad es la actividad humana y no el dinero, que solo es un instrumento simbólico del valor del intercambio.
6. El dinero no es el dueño de la empresa, sino el trabajo que la desarrolla y las personas que lo realizan.
7. Se ha de educar en la libertad responsable e integradora, que lleva a la madurez personal y social, hasta la implicación activa y democrática en los proyectos sociales y empresariales en que se involucren.
8. El mundo es un todo, donde las fronteras no pueden resquebrajar los derechos universales del ser humano.
9. Estamos inmersos en un sistema amplio, como es la tierra, donde el equilibrio es lo que avala la supervivencia de la especie y su desarrollo, por lo que se ha de garantizar el respeto y la no agresión al medio ecológico
10. La constitución, por definición, y los gobiernos que administran, han de garantizar la cobertura de las necesidades básicas elementales de todo ciudadano, a la par que definir y concretar las leyes que desarrollen la filosofía social.
Estructura organizacional.- Hace alusión al entramado organizativo que establece las formas, leyes, roles, dependencias y relaciones entre los sujetos, que faciliten la obtención de los objetivos marcados. En el caso de los Estados consideramos tres niveles organizativos independientes, como son el legislativo, el judicial y el ejecutivo, pero habría que limpiarlos, en este nuevo escenario, de toda dinámica aberrante, malévola, impúdica y corrupta, con ejemplaridad punitiva.
En este sentido el poder ejecutivo no puede permitir que el mundo empresarial y el capital dominen esferas de influencia con la que puedan chantajear y someter voluntades, incluso, de los mismos estados. El capital, el dinero, ha de estar sometido al servicio de la ciudadanía en su conjunto, puesto que es esa propia sociedad y su trabajo la que lo ha generado.
En esta línea de nuevos escenarios también sugiero algunas cuestiones a considerar, como:
1. Constituciones donde se someta la economía al ser humano y no a la inversa, donde se establezcan sistema de control que evite la perversión de los mercados.
2. Desarrollo de los bancos centrales como banca pública que potencie la inversión de grupo sociales en el mundo empresarial y controle de forma efectiva los flujos financieros.
3. Organismo de gobierno universal que controle y exija a los estados someterse a leyes sociales de obligado cumplimiento en relación a los derechos universales del hombre.
4. Eliminación de entes que posibiliten la especulación económica y financiera, como la bolsa y supervisión eficaz de las entidades crediticias y de finanzas.
5. Estados fuertes, comprometidos y coordinados para universalizar derechos y sistemas sociales justos
6. Establecimiento de límites razonables a la propiedad privada, pues los bienes son colectivos y están al servicio de la sociedad. No es comprensible que un sujeto, mediante su trabajo y acciones éticas y racionales, acumule un capital desmesurado, salvo que haya especulación, explotación y manipulación del mercado.
7. Instauración sistemática de empresas mixtas donde prime el trabajo sobre el capital y la propiedad sea compartida con los que están implicados en la producción.
8. Adecuada estructura de servicios públicos, controlados por el propio Estado Democrático, que garanticen la sanidad, la educación igualitaria y la calidad de vida del ciudadano.
9. Democracia real, donde un Estado fuerte y representativo sea el garante de la gobernanza y someta y controle las actividades dentro del nuevo marco constitucional.
10. Dado el avance de las tecnologías, establecer un sistema informático de voto que permita participar a la ciudadanía en las decisiones del congreso, reservando un peso específico en la toma de decisiones para este tipo de votación.