Acabo de leer el libro de Caballero Bonald, Ágata
ojo de gato. Sin entrar en su contenido, aunque me ha parecido una obra meritísima,
he encontrado una frase al final, referenciada a Robert Musil, y sacada de su
obra Los alucinados, que dice así: “Siempre supe que, de algún modo, lo que se
piensa es falso”.
Este pensamiento encaja perfectamente con lo que yo creo.
Está en la línea de lo que defiendo en una entrada en mi blog sobre la duda, asunto
tratado bajo el epígrafe: Ocurrencia
10 (La duda) (para leerla cliquea sobre ello). En esta entrada sobre la necesidad de mantener
la duda para seguir creciendo y conociendo cada vez más cosas, dada nuestra
limitada capacidad, concluyo con esta frase: “Dudo, luego existo en desarrollo”.
Y vuelvo a verbalizar la incapacidad del ser humano
para comprender el todo, para conocer más allá de lo que tiene ante sí, salvo
si hace un acto de fe para no afrontar el dilema, con los riesgos que ello
conlleva, al no estar contrastado científicamente; o sea, sujeto a la duda y a
sabiendas que es una verdad relativa o, por exclusión, una posible falsedad. Decía Friedrich Nietzsche que “Tener fe significa no querer saber la verdad”. En todo caso, podríamos valorar
hasta qué punto la fe paraliza la investigación dando por verdad lo que no está
suficientemente demostrado. El ser humano se mueve por hipótesis, que no dejan
de ser un enunciado sobre la posibilidad de que algo exista en los términos que
se enuncia. Luego viene la contrastación de esa hipótesis y la validación de la
misma, pero con los recursos y conocimiento que se tienen en ese momento, desde
el paradigma imperante. No entro aquí a valorar la
fe religiosa, que, bajo mi punto de vista, puede entrar dentro de lo irracional
desde el dogmatismo y eludiendo la duda.
Pero volviendo al tema, lo que se piensa es falso al
no abarcar la dimensión total de las cosas, pero no porque haya cosas que se
escapen, sino por no tener la capacidad de abarcarlo ante nuestra limitación.
Lo que pienso ahora tiene visos de realidad, de verdad, y lo debe ser, pero en
este contexto y aceptada en el mismo. Ese pensamiento quedará superado en cualquier
momento, en cuanto surjan novedades que lo cuestionen y aparezcan nuevas
variables que condicionen esa verdad relativa. Me viene a la mente el
cuestionamiento de la física clásica desde las teorías cuánticas, o lo que es lo
mismo, la aportación que la física cuántica ha hecho para comprender cuestiones
no claramente explicables por la física clásica. El conocimiento anterior era
más limitado que el actual, lo que nos lleva a inferir que, de algún modo, lo
anterior podría ser falso o, cuanto menos, incompleto.
Pero como estamos hablando de pensamiento, podemos
decir que este es acomodaticio en función de la personalidad del sujeto. Es
decir, está relacionado con el concepto de disonancia cognitiva y la gestión de
la misma. Veamos como Festinger justificaba en 1957 la disonancia cognitiva: “Las personas nos sentimos
incómodas cuando mantenemos simultáneamente creencias contradictorias o cuando
nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos.” Por
tanto elaboramos un pensamiento que se acerque lo más posible a nuestro
posicionamiento real, a nuestra realidad social y personal, a nuestro mundo de
interés, y dejamos un sin fin de flecos abiertos que, en el fondo, nos sitúan
como sujeto ilusorios. En muchos casos renunciamos a la búsqueda de la verdad al
aceptar la verdad que nos muestra como real la sociedad en la que nos
integramos. Es incómodo cuestionarla y nos puede acarrear problemas, cuando no
hay un marco de libertad que nos permita pensar libremente y se nos exija
sumisión al dogma de una verdad impuesta. Me vino a la cabeza el caso de
Galileo en su tiempo. P. Chono Chácez Alva refiere, respecto a la fe: “A veces
llamamos fe a lo que no es sino la proyección de nuestras expectativas humanas”
que no dejan de tener relación directa con nuestros deseos. Es decir, creo en esto
porque esto me tranquiliza y da sentido a mi vida sin mayores cuestionamientos,
eliminando la ansiedad de la búsqueda.
En
fin, amigos y amigas, que lo que se piensa tiene cierto componente de falsedad,
o lo que es lo mismo de “verdad acomodaticia” a nuestro entorno para evitar
conflictos entre lo que pienso y lo que hago, siguiendo esa teoría de la disonancia
cognitiva, para evitar conflictos externos y también internos. Hasta la verdad
científica está sujeta a esa limitación del conocimiento del instante,
condicionado por el avance de la ciencia en esa etapa de la historia. Pero una
cosa es el conocimiento y otra el pensamiento, aunque este último esté modulado
por el primero, si bien el conocimiento científico es muy racional y el
pensamiento en general tiene un alto nivel especulativo y, consecuentemente,
más lejos de la realidad objetiva.
2 comentarios:
Fenomenal, Antonio. Lo que pensamos está tan condicionado...Lo que hoy es verdadero, mañana puede ser falso. Quizá de esto se salva el arte. Según Picasso, lo que uno se imagina es siempre verdadero. Incluso la memoria nos engaña. Creemos que cualquiera tiempo pasado fue mejor.Si superiamos cómo funciona el cerebro...En fin, me ha encantado leerte. Un abrazo.
Gracias, Prudencio, por leerme y compartir estas ideas. Cuando a uno le gusta lo que hace y encima le gusta a los demás la satisfacción es doble.
Un abrazo
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